Un trajecito naranja de 10 centímetros con el logo de CDMX pintado a mano, una capucha del mismo tono y un letrero que señala el oficio: barrendero; así comienzan a vestir las imágenes de los Niños Dios en la tienda Lupe, ubicada en la romería de la calle Talavera, en el Centro Histórico de la capital.
“Poco a poco se van sumando trajes nuevos a petición del público; se vende al niño periodista, al policía, al niño militar y hasta el niño huachicolero, que aunque se salen de lo tradicional, es lo que ha resuelto para muchos locatarios el tema financiero, ya que con la pandemia las ventas bajaron y no hemos podido recuperarnos”, afirmó Graciela Ramírez López, una de las pioneras de la tradicional romería.
Según locatarios consultados, el producto más vendido es el doctor COVID-19, que portando una minicareta “da la esperanza para pedir por la salud de los enfermos de este virus”.
En otra de la tiendas, Creaciones Chela, se borda a mano cada uno de los ropones que se ponen a la venta, y pese a ser un trabajo artesanal, tuvieron que bajar los precios para tener ingresos.
Graciela, o doña Chela, como le dicen de cariño, señaló que la gente puede encontrar material desde 50 pesos, y en los puestos callejeros los camisones simples se venden hasta en 10 pesos.
Para el público que acude a este lugar, el niño que más llama la atención sigue siendo el que porta un traje tyvek, como los utilizados por profesionales de la salud durante la pandemia.
Estos locales se encuentran abiertos todo el año, pero la romería callejera estará instalada sólo hasta febrero, por lo que doña Chela lanzó un llamado: “les pedimos que vengan a comprar aquí sus vestidos, que ayuden al consumo local y no dejen morir la tradición, contamos con todas la medidas sanitarias y de igual forma les pedimos que vengan con su cubrebocas y festejemos juntos el Día de la Candelaria”.
PAL