Brigadas de vigilantes e integrantes del colectivo Tipilaltepemeh resguardan el monte comunitario de Milpa Alta para combatir la tala ilegal, los incendios forestales y buscar la conservación del territorio, en el último año han logrado erradicar los delitos hasta en un 90 por ciento.
Las huellas de las botas se quedan plasmadas en la tierra, los machetes abren camino entre la hierba, hasta que los vigilantes llegan al mirador del cerro Cilcuayo, en la Alcaldía Milpa Alta.
Aunque los brigadistas han recibido amenazas de muerte y se han enfrentado a talamontes armados, no desisten de su lucha por conservar el monte.
De 7 mil a 11 mil pesos cuesta un carro de troncos de madera viva, el material es vendido en el mercado negro para la elaboración de muebles.
8 minutos tardan en derribar árboles de 25 metros, utilizando motosierras.
Solo 2 por ciento de los árboles de programa de reforestación sobreviven a largo plazo, por lo que los integrantes de colectivo Tipilaltepemeh realizan análisis y estudios para la conservación de las especies.
La caseta de vigilancia es el punto más alto del cerro Cilcuayo, desde ese lugar las brigadas realizan vigilancias panorámicas.
En estos momentos Milpa Alta está en proceso de designar a un nuevo representante agrario, mientras tanto los comuneros promueven la defensa del monte.
Desde pequeños se les inculca a los habitantes de Milpa Alta el respeto por la naturaleza y hoy buscan rescatar la identidad en los 9 pueblos de propiedad comunal.
Por: Leslie Pérez