Ante la llegada del sargazo de manera atípica desde hace ocho años, expertos han debatido las estrategias para contener o, cuando menos, mitigar el arribo masivo que representa un riesgo ambiental para las playas y la fauna marina, así como para el
turismo.
Entre las propuestas planteadas por los especialistas del Consejo Técnico Asesor para hacer frente al sargazo están instalar y operar un sistema de monitoreo local, para su detección temprana, hacer eficiente la recolección en altamar y evitar que las algas lleguen a las playas, habilitar sitios de disposición final adecuados con geomembrana, contar con una Norma Oficial Mexicana que dicte las reglas de recolección, transporte y disposición final de las algas e invertir en la investigación. No obstante, ninguna de éstas se ha concretado.
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En la actualidad, el proceso de limpieza es el siguiente: los ayuntamientos se encargan de la recolección del sargazo en las playas públicas, los hoteleros se hacen cargo de sus frentes de playa, el gobierno de Quintana Roo apoya con la colocación de barreras y,
desde finales de 2019, la Secretaría de Marina opera dos buques de gran calado para la recolección en altamar.
Rosa María Rodríguez, del Instituto de Limnología y Ciencias del Mar de la UNAM en Puerto Morelos, reiteró que el sargazo no sólo tiene consecuencias económicas, sino también graves efectos ambientales.
En su proceso de descomposición en la playa, el sargazo carga de nutrientes el agua que naturalmente es “oligotrófica” o pura, transformando su tonalidad turquesa en café. Esto tiene consecuencias en la fauna, praderas de pastos marinos y probablemente en arrecifes de coral, detalló la bióloga.
A este efecto se le conoce como “marea marrón” y afecta principalmente en las playas donde las corrientes fluyen poco, como en las lagunas arrecifales y bahías.
Por Alejandro Castro
maaz