Doña Regina luce triste, sus ojos enrojecen y desprenden algunas lágrimas cuando recuerda que no será visitada por su familia, debido a la pandemia del SARS-COV-2 (COVID-19).
La depresión es uno de los males que ha nublado sus pensamientos. La señora veracruzana aún puede caminar a sus 82 años, pero todos los días lucha contra un dolor de espalda que la hace pasar horas sentada en un sofá.
“He sentido depresión, por días me he sentido deprimida. Quisiera hacer muchas cosas, pero ahorita no se puede ni salir a caminar por la pandemia”, comenta con un nudo en la garganta que corta sus palabras.
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Este viernes 28 de agosto se conmemora el Día del Abuelo en México; sin embargo, Regina Domínguez Trujillo no pudo convivir con sus tres hijas, sus cinco nietos y sus cuatro bisnietos, como lo acostumbraba.
Durante casi cinco meses ha estado prácticamente sola. Su esposo Juan Díaz, de 85 años, la atiende, cuando es posible, pues también ha perdido fuerza y movilidad por la vejez, aunque su estado de salud es favorable.
Los adultos mayores llevan 61 años de casados. Han tenido diferencias y problemas que siempre han sabido resolver de manera conjunta. Su amor perdura.
“Mi esposo es una persona maravillosa, él me atiende en lo que puede, lo que yo puedo hacer lo hago y ahí vamos, con la ayuda de mis tres hijas, ellas no nos dejan solos, porque ya estamos grandes de edad”, narra.
SIN MIEDO AL COVID-19
Ella perdió totalmente la vista en uno de sus ojos por un glaucoma, derivado de la diabetes, enfermedad que, desde hace años, ha limitado su vida y le ha impedido cocinar para sus familiares.
“Lo que más amo en esta vida es la cocina, pero por mi condición ya no puedo hacerlo mucho, se me dificulta por la pérdida de la vista, además, ya no tengo a quién cocinarle, solo a mi esposo”.
La mujer es vulnerable a un posible contagio de coronavirus, pues podría ser fatal por su edad y sus padecimientos, según mencionan las propias autoridades sanitarias y los médicos.
La señora Regina no teme al virus que ha ocasionado casi 814 mil muertes en el mundo. Lo único que anhela con ansias es estar cerca de sus nietos y visitar a sus hermanas, quienes también padecen enfermedades crónicas degenerativas y, algunas de ellas, permanecen en cama.
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“No he visto a mis hermanas, no puedo visitarlas y están enfermas, todo eso hace que me sienta más preocupada. A veces no pueden contestar ni las llamadas porque están completamente solas, nadie las atiende”, recuerda.
Su preocupación ha ido en aumento durante la contingencia sanitaria, debido a que no hay médicos especialistas ni medicamentos en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) de Xalapa, la capital de Veracruz, para seguir su tratamiento.
Doña Regina está dispuesta a esperar a que cesen los contagios de COVID-19, para pasar tiempo con sus seres más queridos y no sólo saber de ellos, mediante llamadas telefónicas.
“Gracias a Dios creo que puedo aguantar un poco más de estar encerrada. Deseo estar más pendiente de mis hijas, de mis nietos y de los hijos de ellos, porque no he podido ver a todos”.
Los adultos mayores han sido las principales víctimas del COVID-19. Hasta la noche del jueves, la Secretaría de Salud de Veracruz (SS), a cargo de Roberto Ramos Alor, reportó 3 mil 673 fallecimientos en 158 de los 212 municipios de Veracruz, a causa de la enfermedad mencionada.
Más del 90 por ciento de los decesos fue de pacientes intubados, debido a la gravedad que presentaron. El 35 por ciento fueron mujeres y 65 por ciento hombres, y el rango de edad es de 65 años.
Ante este panorama, Regina y Juan decidieron no salir y restringir las visitas en su vivienda -en la colonia Modelo de la capital de Veracruz- hasta que cesen los contagios de coronavirus y la población pueda adaptarse a la “nueva normalidad”.
Por: Juan David Castilla Arcos
MFA
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