Luego de varias horas de trabajo en el área COVID, el personal médico está agotado, estresado, buscan despejar la mente en otras actividades, mismas que el hospital militar de zona 37-C, en San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México, les ha habilitado.
Se trata de dos áreas específicas para el descanso y esparcimiento momentáneo del equipo de salud, uno de activación inmunitaria y el área mariposa.
La primera consiste en una meditación semiprofunda que hace el personal recostado en un colchón, con música suave y aromaterapia, que los envuelve en un ciclo de relajación y meditación.
El área mariposa es un espacio de descanso para tomar un refrigerio y rehidratarse.
Éstas son unas de varias actividades que hacemos para favorecer la seguridad del personal y las desarrollen de la mejor manera, la moral está elevada, entran descansados y en buenas condiciones físicas”, nos platicó la coronel médico cirujano Olga Lidia Juárez Patiño, directora del hospital.
Estas ideas nacieron como iniciativa del personal de esta unidad médica en territorio mexiquense, una de las 117 instalaciones militares sanitarias del país destinada a combatir el coronavirus.
Personal de rehabilitación y psicología del hospital acompañan en cada terapia a médicos y enfermeras que desean abandonarse por un momento de la nueva tensión laboral que esta enfermedad dispuso.
BUEN RESULTADO
La respuesta ha sido favorable, el ambiente es testigo y las sonrisas en los rostros del personal al terminar su turno son muestra de ello. La satisfacción de cumplir y apoyar a civiles y militares que han superado la enfermedad es su mayor recompensa.
Las acciones del Plan DN-III del Ejército Mexicano ha permitido acceder a la sociedad civil a los hospitales militares por la emergencia sanitaria de COVID-19, lo que significa una atención a la altura de esta institución castrense.
El pasado 17 de mayo comenzaron la adaptación de este hospital militar para la atención de pacientes, con adecuaciones para albergar enfermos con sintomatologías moderadas que no requieren terapia intensiva.
Por Moisés Rosas
eadp