Pese a su discapacidad, “Tila” -como es conocido por sus amigos y vecinos- lucha todos los días contra la pobreza extrema en la que vive y ahora, contra una contingencia sanitaria que lo coloca entre los grupos más vulnerables.
Apoyado de un par de viejas muletas y con las escasas fuerzas que le brindan sus delgados brazos, sale de su humilde vivienda desde muy temprano para recolectar, durante varias horas, botellas de plástico que utiliza para vender y obtener entre 50 y 100 pesos diarios.
Su ruta es la misma todos los días. Sale a partir de las 6 de la mañana de su predio marcado con el número 17 de la calle 10 en la colonia Camino Real, en la capital campechana, y a paso lento se dirige hasta el malecón de la ciudad, donde aprovechando la frescura de la mañana inicia su ardua labor que lo ha mantenido con vida desde hace muchos años.
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No pide caridad, asegura que desde muy niño aprendió a trabajar y así ha de morir, buscando de forma honrada el sustento diario de él y sus cuatro amigos caninos, los cuales vigilan celosamente su vivienda cuando él no se encuentra.
A veces, el cansancio lo vence pero no lo derrota, aprovecha algún rincón de la calle para reponer algo de fuerzas y continuar su travesía.
“Tila” comenta que varios de los pescadores de la zona lo apoyan guardando los envases de refresco que consumen a diario y se los entregan para hacer menos cansada su búsqueda.
Desafortunadamente “Tila” no cuenta con familiares que lo apoyen, habita una vivienda repleta de maleza y que carece de energía eléctrica, por lo que todos los días debe regresar antes del ocaso para alimentar a sus compañeros de vida y reposar en una deshilachada hamaca que un conocido le regaló hace varios años para evitar que siguiera durmiendo en el suelo.
Para “Tila” la vida ha sido dura, pero no imposible. Él considera que el día que deje de pepenar, será el día que el Todopoderoso lo mande a llamar, mientras tanto seguirá luchando por sobrevivir.
De política no conoce nada, asegura que nunca lo han apoyado o tomado en cuenta en algún programa de asistencia social, tampoco cuenta con el apoyo que brinda el Gobierno Federal a los adultos mayores, pues carece de documentos personales.
En ocasiones los vecinos le regalan un plato de comida y éste les agradece limpiado el frente de sus viviendas.
Su situación es muy precaria y forma parte del grupo vulnerable de la pandemia, sin embargo, no puede darse el lujo de resguardarse en su vivienda, por lo que todos los días enfrenta a la muerte en la calle para conseguir el sustento diario.
Como “Tila”, cientos de adultos mayores sufren en nuestro estado de pobreza y pobreza extrema, en especial en las comunidades y municipios más alejados de la capital campechana.
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Las acciones emprendidas por el gobierno no son suficientes para atender las necesidades. Tampoco se cuenta con programas de asistencia o infraestructuras donde personas de la tercera edad, sin familia y con padecimientos o enfermedades relacionadas con su edad, puedan pasar sus últimos días de vida con calidad y sin tener que pagar un solo peso.
“Tila” sabe que un día la muerte lo sorprenderá, pero mientras ese día llegue seguirá luchando por sobrevivir en este mundo injusto y desigual.
Por: Joel Ynurreta
dhfm