Con la reducción del personal permitido en las empresas y la implementación del home office como medida para reducir contagios de COVID-19, las jornadas laborales han aumentado desde dos hasta cinco horas más de lo habitual cada día.
De acuerdo con Rocío Figueroa, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, en el caso de los empleos presenciales, la carga laboral aumenta debido a la falta de personal, mientras que en casa se intensifica debido a las complicaciones de trabajar a distancia, además de que ante la crisis inmediata no se negociaron horarios ni espacios laborales.
Aunado a ello, frente a la advertencia de no salir a la calle, se espera que el empleado esté disponible en cualquier horario.
Antes de la pandemia, sólo uno de cada 100 trabajadores de Baja California laboraba menos de 36 horas semanales, seguido de Chihuahua y Morelos, con dos de cada 100, de acuerdo con el Inegi.
En contraste, Hidalgo y Nayarit son las entidades con más trabajadores que se ocupan jornadas cortas, pues nueve de cada 100 tienen un horario laboral de menos de 36 horas a la semana.
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Según la ONU, el sector más vulnerable a extender su horario son las amas de casa, quienes asumen un extra de 39 horas de trabajo no remunerado a la semana, al atender labores de oficina, el cuidado de los hijos y el hogar.
“Al trabajo del hogar se agregan las nuevas labores de sanitización y el seguimiento de escuela en casa para los niños, lo que implica inversión de tiempo y sobrecarga mental”, señaló la especialista.
Por Frida Valencia
lctl