Las botellas de refresco que suelen terminar en la basura, durante la emergencia sanitaria por COVID-19 pueden convertirse en caretas de protección médica, una caja de intubación, un duplicador para los ventiladores que permitiría incrementar el número de camas disponibles, sostiene el profesor Miguel Huerta, inventor que se hizo conocido mundialmente por sus prótesis de mano hechas con impresora 3-D.
Huerta sostiene que irónicamente en muchas poblaciones no hay servicios médicos, pero siempre hay una tienda que vende refrescos en envase desechable.
“No nos interesa lucrar, sino ayudar a proteger. Hacerlos llegar a donde haya mayor necesidad. Tenemos ya algunos contactos que nos pueden ayudar a identificar las necesidades de cada lugar y hacerles llegar las cosas de manera adecuada”, apuntó Miguel Huerta, cofundador de Taller Serendipia.
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A las empresas refresqueras les propone que en cada botella se incluya de forma impresa, las guías de corte para que las personas puedan fabricar sus propias protecciones con tan solo seguir las sencillas instrucciones.
Los costos de producción de estos utensilios médicos son muy bajos. Incluso a través de sus redes sociales, el académico del ITESO también ha puesto los instructivos de fabricación en línea con acceso libre para que cualquier persona pueda replicarlos. La idea surgió de una plática sobre empatía en medio de un aislamiento social obligatorio.
“Todo surgió a partir de que vimos lo que estaba pasando en Italia y España. Platicamos con doctores para ver qué necesidades había”, dijo.
Una careta de protección médica en el mercado mexicano tiene un costo aproximado entre 350 y 800 pesos.
POR REDACCIÓN DIGITAL EL HERALDO DE MÉXICO
ialc