“Pones un pie dentro de la casa y sientes que todo se mueve”, relató Lucía Gómez habitante de Matzam, Tenejapa, municipio de los Altos-Tzeltal de Chiapas.
El sábado, tras las lluvias por la tormenta tropical Eta y el Frente Frío 11, los pobladores escucharon, “que algo tronó y vino de la montaña”.
Al siguiente día, Lucía despertó y notó que su casa “estaba quebrada”. Como pudo sacó a madre ciega, a su padre diabético y a su pequeño de siete meses, para ponerlos a salvo. No pudo sacar sus cosas “se mueve”.
“A dónde vamos a ir”. Su casa está cerrada para evitar alguna tragedia. Mientras, les dieron alojamiento en una vivienda en la misma comunidad.
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Los habitantes coinciden en que el suelo tiembla cada hora y, desde el camino, el lugar está lleno de grietas. Expectantes, se detienen en la calle y observan la montaña. Este fenómeno atrajo visitantes de las comunidades aledañas. Algunos llegaron preocupados por sus familiares; otros, por simple curiosidad.
“Ya subimos a ver y se hundió como tres metros”, aseguran y señalan cambios en la inclinación de los árboles. “Nunca nos había pasado esto”.
Desde el pasado fin de semana, algunos pobladores atraviesan trozos de madera sobre las grietas para notar si el suelo se abre más.
María Luna dijo que desde la carretera se nota que el cerro se hunde. Su papá se niega a irse porque ahí nació y cuenta que en ese cerro nace el agua, “hasta abajo de la tierra”.
El alcalde de Tenejapa, Alfonso Intzin Girón, tampoco llegó. Envió a sus representantes para realizar una asamblea y les llevaron un kilogramo de Maseca, frijol y azúcar.
No pueden visitar sus cultivos porque la tierra también se abrió, a pesar de que los terrenos están en las faldas de la montaña.
Para la doctora Silvia Ramos Hernández, directora del Instituto de Investigación y Gestión de Riesgos y Cambio Climático de la Unicach, la zona es inhabitable debido a la inestabilidad de la ladera.
“Esto parece un problema de subsidencia”. Explicó que junto al municipio pasa la Falla Geológica Tenejapa, pero históricamente no hay evidencia de movimiento. Es decir, el riesgo es latente por la desinformación de los habitantes que aún siguen en la comunidad sin ningún tipo de apoyo.
Para la vulcanóloga, las autoridades deben poner especial atención en los asentamientos humanos en ese tipo de zonas, pues, sumando la deforestación, el suelo no almacena humedad de manera natural y tiende a deslizarse.
El martes, Petrona Girón esperó por varias horas a las autoridades, pero no llegaron. Estuvo sentada en una piedra con su bebé, seis de sus hijos se quedaron en la casa que les prestaron, porque la suya en cualquier momento puede caer por un voladero.
Casi no entiende el español y con gestos externa su preocupación, porque no sabe a dónde ir.
Por Jeny Pascacio