GUADALAJARA. Ian Emnanuel González Santos todavía no tiene 10 años de edad, pero como estudiante universitario en la carrera de Químico Farmacéutico Biólogo, ya encabeza una investigación para curar la enfermedad de decoloración en la piel conocida como vitiligo.
Tiene un IQ de 155 y es el alumno más joven en la historia de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Ahora trabaja en un proyecto contra el envejecimiento de las células cerebrales.
Su primera paciente fue una mujer y tras seguir un riguroso tratamiento, logró disminuir las manchas de su rostro. “Trabajamos con una paciente. Ella se arriesgó al tratamiento y funcionó. Hasta 60 por ciento de regeneración total. Utilizamos su propia sangre: la centrifugamos, pusimos el plasma rico en plaquetas y tuvimos la regeneración”, comentó a El Heraldo de México.
Los resultados entusiasmaron tanto a Ian Emmanuel que ahora está comprometido con un proyecto contra el envejecimiento.
Quiero encontrar la cura contra el envejecimiento cerebral prematuro porque puede causar muchas enfermedades (como el Alzheimer)”, añadió el niño que habla con naturalidad de la acumulación de errores moleculares que causan el envejecimiento de las células en algunas regiones del cerebro.
Aunque ya también prometió a su abuela y a su madre que estará trabajando también para eliminar las arrugas.
Todavía hace un año vivía en Puerto Vallarta, su tierra natal, y recuerda que cuando cursaba la educación primaria, “no jugaba con nadie en el recreo”. Junto con su familia, cambió su residencia a Guadalajara para continuar con sus estudios universitarios.
“Yo lo veía muy infeliz, muy triste, muy insatisfecho cuando él asistía a una primaria. Ahora si lo ves, es muy alegre, mugy feliz, muy sonriente, muy expresivo. (…) Tener un hijo como Ian es un gran reto en todos los sentidos”, aseveró su madre, Sandra Santos.
Ella también es química fármacobióloga, pero dice que nunca influyó en el niño para la elección de su carrera, y que es Ian Emmanuel, quien la ha sorprendido por su “hambre de conocimiento”.
El cachorro universitario ha sido acogido por la comunidad estudiantil y el niño se siente en la casa del saber. Está convencido que en un futuro cercano la UdeG estará orgulloso de él.
POR ADRIANA LUNA
eadp