El asteroide Bennu, un cuerpo celeste de aproximadamente 500 metros de diámetro, podría representar un riesgo significativo para la Tierra en el futuro. Ello se debe a que el 24 de septiembre del año 2182 es la fecha en la que este cuerpo tiene mayor probabilidad de colisionar con nuestro planeta. Sin embargo, National Geographic, señala que esta posibilidad es baja, con un 0,037%.
Este cuerpo rocoso fue descubierto el 11 de septiembre de 1999 por el equipo del proyecto Lincoln Near-Earth Asteroid Research en Nuevo México, Estados Unidos, y nombrado en referencia a Bennu, un ave mitológica egipcia asociada al renacimiento y al sol. Actualmente, este asteroide viaja a una velocidad de 101.389 kilómetros por hora (28 kilómetros por segundo) y se aproxima a la Tierra cada seis años, razón por la que, desde su descubrimiento, también se convirtió en un objeto de interés prioritario para la comunidad científica, especialmente por los efectos que su impacto contra la tierra podrían ocasionar.
Simulación del impacto del asteroirde en la Tierra
Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Pusan, en Corea del Sur, ha utilizado el superordenador Aleph para realizar una simulación detallada de este posible impacto en la Tierra. Vale destacar que el choque liberaría entre 100 y 400 millones de toneladas de polvo a la atmósfera, suficientes para provocar una caída de temperatura de 4 grados en todo el planeta. Este cambio brusco afectaría a las lluvias, que se reducirían un 15%, alterando los ecosistemas terrestres y marinos. Vale señalar que es la más completa hasta la fecha, e incluye por primera vez el impacto en estos ecosistemas.
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Los resultados más preocupantes del choque del asteoride Bennu tienen que ver con la supervivencia de las plantas. La destrucción del 32% de la capa de ozono dejaría a las plantas sin protección contra la radiación solar, lo que reduciría la fotosíntesis en un 30%. Sin embargo, habría una buena noticia y es que la vida marina podría recuperarse en cuestión de meses. Las algas, especialmente las diatomeas, prosperarían gracias al hierro presente en el polvo del asteroide y el material terrestre expulsado durante el impacto.
A pesar de la baja probabilidad de impacto, la Nasa y otras agencias espaciales han estado desarrollando estrategias para mitigar posibles amenazas de asteroides. En 2022, la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) demostró que es posible modificar la trayectoria de un asteroide mediante el impacto de una nave espacial. Este avance tecnológico representa un primer paso hacia la creación de sistemas de defensa planetaria más sofisticados. La detección temprana de objetos cercanos a la Tierra es clave para prevenir eventos catastróficos y desarrollar medidas efectivas de protección.