El Papa Francisco celebró la Solemnidad de la Santísima Trinidad en la Plaza de San Pedro ante 70 mil niños que participaron en la Primera Jornada Mundial de los Niños, explicando lo que significa la Santísima Trinidad.
“Queridos niños, queridas niñas, estamos aquí para rezar, para rezar juntos, para rezar a Dios. ¿Están de acuerdo? ¿Están de acuerdo con esto? ¿Sí? Y nosotros rezamos a Dios: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. ¿Cuántos “dioses” son? Uno en tres personas: el Padre que nos creó a todos y que nos ama mucho”.
Sigue leyendo:
Papa Francisco celebra la Solemnidad de Pentecostés
El Santo Padre continuó con su mensaje a todos los niños haciéndoles la pregunta del nombre del Hijo de Dios, a lo que todos respondieron “Jesús” diciéndoles que Él perdona todo.
“No se olviden de esto: Jesús perdona todo, siempre perdona. Nosotros debemos tener la humildad de pedir perdón. “Perdóname, Señor, me he equivocado. Soy débil. La vida me ha puesto en dificultad, pero tú lo perdonas todo. Yo quisiera cambiar de vida y tú me ayudas”.
Después les hizo una nueva pregunta, si sabían quién es el Espíritu Santo.
“La respuesta no es fácil, porque el Espíritu Santo es Dios, está dentro de nosotros. Nosotros recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo, lo recibimos en los sacramentos. El Espíritu Santo es el que nos acompaña en la vida. Pensemos esto y digámoslo juntos: “el Espíritu Santo nos acompaña en la vida”.
Al final de su homilía el Sucesor de Pedro pidió a todos los niños que recen por la paz y se terminen las guerras.
“Que Dios los bendiga, recen por nosotros, para que podamos seguir adelante. Recen por los padres, por los abuelos y por los niños enfermos. Aquí hay muchos niños enfermos detrás de mí. Recen siempre y sobre todo recen por la paz, para que no haya guerras”.
Roberto Benigni da un emotivo discurso
Al final de la Celebración de la Misa y del rezo del Ángelus, estuvo presente el actor italiano ganador del Oscar, Roberto Benigni quien dedicó su monólogo a todos los niños presentes.
“La guerra ensucia todo, no se puede escuchar, debemos poner fin a esto, El pecado más grave y estúpido: la guerra.
Cuando los niños juegan a la guerra, en cuanto uno resulta herido, paran. Fin del juego. Pero ¿por qué no dejan de hacer la guerra al primer niño que resulta herido? Debe terminarse la guerra”