FUGA DE CEREBROS

Crisis humanitaria: África, azotada por grupos militantes y la ausencia de seguridad

El empeoramiento de la inseguridad resalta la importancia de revisar y replantear la estrategia actual que hace frente ante la creciente amenaza de los grupos extremistas de la región.

MUNDO

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¿Qué está pasando en África?Créditos: Especial

En África, los conflictos resultantes del salafismo-yihadista siguen desafiando las normas y cooperación de la región, por lo tanto, detonan en una compleja combinación de diversos factores que desestabilizan limitan los esfuerzos de seguridad y la sociedad. 

De aquí surge el interés por entender las dinámicas que rigen este movimiento y como contrarrestarlas, garantizando comunidades saludables, educadas y preparadas para aprovechar las oportunidades de desarrollo en África.

En la actualidad, África sigue caracterizándose por ser de las zonas más inestables a nivel mundial, con altos riesgos de seguridad; que vulneran y plantean un contexto frágil para la mayoría de los países que integran el continente, en los que la gobernanza estatal no alcanza a todo su territorio de soberanía.

En donde los actores del extremismo están mayormente vinculados a grupos militantes islamistas, específicamente a la ideología salafista-yihadista.

Según cifras del Centro africano de estudios estratégicos, en 2020, la violencia de estos grupos islamistas militantes experimentó un aumento significativo del 43%, estableciendo un récord de violencia, reportándose 4.958 eventos relacionados con estos grupos.

Las muertes también aumentaron en un tercio, alcanzando aproximadamente 13.059 víctimas. Concentrándose principalmente en cinco regiones, incluyendo Somalia, el Sahel, la cuenca del lago Chad, Mozambique y Egipto, donde se observaron fuertes incrementos en la violencia, excepto en Egipto.

Esto podemos traducirlo en la ejemplificación de la realidad africana en sus diferentes contextos, realidades y capacidades estatales, siendo el principal resultado el decremento de la seguridad humana, que detona en sentimiento de desarraigo a su territorio y frustración social.

Produciendo el terreno perfecto de oportunidad para el fortalecimiento de amenazas como los movimientos extremistas, en respuesta a esto, en 2002 se pusieron en marcha 3 principales iniciativas, enfocadas en garantizar la seguridad humana y el bienestar de la sociedad.

Mismas que han demostrado se requiere replantear la connotación del concepto “seguridad humana” para la región, volviéndolo uno más homogéneo, comprensivo y derivado de organización y cooperación. El cual logre anular las consecuencias que ha dejado el legado ideológico político-neoliberal, el cual impacta severamente en la intervención de redes de seguridad social y fortalecimiento de la gobernanza; que conlleva el estancamiento de la involución africana, más aún tras la crisis sanitaria del COVID-19.

Por lo que, el fortalecimiento de la seguridad humana y la readaptación de estrategias encaminadas hacia la inversión del capital humano y prevención, proveniente del entendimiento de cada región constituye un gran esfuerzo que arrebata oportunidades de desarrollo y propagación para los grupos extremistas violentos que persiguen la inestabilidad.

Debe ser prioritaria esta inversión para contrarrestar los efectos adversos que deja este fenómeno; según datos del índice de capital humano del banco mundial de África, una de las consecuencias ante esta manifestación es que los niños serán solo el 40% de lo productivo que podrían ser en un estado con dotaciones completas de capital humano, es decir con condiciones dignas de salud, economía, democracia, educación y tecnología.

Por esto mismo sería necesario focalizar qué regiones precisan de apoyo y fortalecerlas de primera mano. Por ejemplo, en Uganda reforzando el papel de los gobiernos locales proveyendo servicios básicos en educación y salud. En Nigeria manteniendo a los adolescentes en la escuela y en Gambia otorgando cobertura sanitaria universal.

Así pues, el contar con un modelo orientado a la resolución paulatina pero focalizada de las principales necesidades por región si bien es ambicioso, podría garantizar y asegurar personas saludables, educadas y bien preparadas que a futuro puedan aprovechar las nuevas tecnologías, ser competitivas y fomentar comunidades prósperas, inclusivas y tolerantes, incluso en regiones como África, y así tomar su futuro a propia mano.
 

Por: D. Maureen Regina Morfin Monroy, Lic. en Inteligencia Estratégica, Dipl. en Administración Pública