Cuando Andi Mahoney, residente de Jacksonville, Florida, se sometió a su ecografía a las 20 semanas de embarazo, en noviembre de 2020, el pánico la inundó. Los médicos diagnosticaron a su bebé con agenesia renal bilateral, una rara afección en la que los riñones no se desarrollan. Pero Andi Mahoney no estaba dispuesta a rendirse y su pequeña tampoco.
Desesperada pero decidida, Mahoney buscó a especialistas y encontró al doctor Rueben Quintero del Instituto Fetal de Miami. Realizó un viaje de seis horas para consultar con él, enfrentando una enfermedad que solo se diagnostica en el 0.013% de los casos en Estados Unidos. La agenesia renal bilateral no solo afecta los riñones; también impide el desarrollo pulmonar del bebé. Por ello, Mahoney recibió infusiones de fluidos durante 10 semanas mientras aún estaba embarazada, en un intento de mantener a Emmie con vida.
¿Cómo logró sobrevivir Emmie, la bebé milagro?
Cuando se rompió su membrana amniótica en la semana 34, Mahoney supo que debía actuar rápidamente. Encontró un hospital en Stanford, California, especializado en casos como el de Emmie. "Tome un vuelo de Jacksonville a California.... Me dieron la esperanza de que viviría", relató Mahoney, según recogió el diario Daily Mail. Al nacer, Emmie fue llevada directamente al quirófano, donde los médicos estaban preparados para administrarle oxígeno. "No pude conocerla hasta después de la operación. Fue mucho esperar y rezar", confesó Mahoney.
Los pulmones de Emmie estaban poco desarrollados y necesitaba un riñón con urgencia. Aquí es donde la historia toma un giro milagroso. Andi Mahoney pudo donar uno de sus riñones a su hija. "Recibí la mejor noticia de mi vida cuando supe que teníamos los mismos grupos sanguíneos y que me habían autorizado la operación", dijo Mahoney.
¿Emmie, la bebé milagro, tuvo secuelas?
Emmie no pudo salir del hospital hasta que cumplió seis meses. Su familia se trasladó a Atlanta, Georgia, para estar cerca del Children's Healthcare de Atlanta, donde Emmie recibió diálisis ambulatoria en casa durante dos años. Finalmente, a los dos años y medio, los médicos consideraron que estaba lo suficientemente sana como para poner fin al tratamiento.
Hoy, Emmie Hope Mahoney es una niña de dos años sana y próspera, un testimonio viviente de la resiliencia humana y el amor maternal. Su historia no solo desafía las estadísticas sino que también abre un rayo de esperanza para aquellos que enfrentan diagnósticos desalentadores.
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