Japón lloraba ayer la muerte del ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado la víspera durante un mitin en el oeste del país, donde la Policía admitió "innegables" fallos en la seguridad.
El asesinato estremeció al país y repercutió en todo el mundo, dados los bajos niveles de criminalidad y las estrictas leyes contra las armas.
El hombre acusado de disparar a Abe confesó el crimen y explicó que lo cometió pensando que él estaba ligado a un grupo no identificado. Varios medios hablan de un grupo religioso.
El cuerpo de Shinzo Abe llegó ayer a su domicilio en Tokio, a bordo de un coche fúnebre en el que iba Akie, su esposa.
Las autoridades señalaron que no hubo amenazas contra Abe, quien hacía campaña por su Partido Liberal Democrático (PLD) cuando fue atacado.
Las imágenes han circulado en las cadenas de televisión. Muestran a Tetsuya Yamagami, el sospechoso, acercándose por detrás de Abe antes de sacar el arma de una bolsa. Al parecer disparó dos veces.
AFP
FOTO: EFE