JERUSALÉN. Los cristianos conmemoraron la crucifixión de Jesús sin los solemnes servicios eclesiásticos o las emotivas procesiones de años pasados, sino con un Viernes Santo en un mundo aislado por la pandemia.
El canto de un pequeño grupo de clérigos al interior de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén se escuchaba tenuemente a través de las pesadas puertas de madera, mientras algunas pocas personas se detuvieron y arrodillaron afuera para orar.
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En el Vaticano, el papa Francisco presidió un Viacrucis histórico, que se celebró en la Plaza de San Pedro del Vaticano y no en el Coliseo, como es habitual, y al que no acudieron fieles por la emergencia del coronavirus.
En Alemania, varios centenares de cristianos asistieron a una misa de Viernes Santo en un autocine de Düsseldorf, donde pudieron estar "juntos" en la comunión.
En Bolivia, un sacerdote bendijo desde las alturas la ciudad de Cochabamba, ante las restricciones para salir a las calles por la cuarentena decretada.
[nota_relacionada id=964514]Por AP y EFE
eadp