Thanksgiving es una fiesta que se celebra desde hace más de 400 años en Estados Unidos y Canadá. En sus inicios, se ofrecía un banquete para agradecer la cosecha de la temporada, y muchos de los alimentos que se incluían eran producto de la calabaza. Es por eso que ahora vemos este fruto en múltiples preparaciones; se ingiere cocida, frita, gratinada o acompañada de salsas, así como guarnición en diversos platos.
La definición de calabaza es “baya de cáscara dura” y es una fruta de la familia de las cucurbitáceas, pariente cercano del pepino, el melón y el calabacín. Es un fruto que se cosecha en invierno, y esa es la razón principal por la que está presente en las festividades de Thanksgiving o Día de Acción de Gracias, incluso en esta época del año los campos están llenos de grandes puntos de color naranja.
Muchos creen que es un ingrediente difícil de preparar, cocer e incluso quitarle la piel, pero la realidad es que no, ya que, al sacarle la pulpa y la piel, se pueden preparar maravillosas recetas.
[caption id="attachment_759078" align="aligncenter" width="600"] Las variedades de invierno son muy utilizadas en repostería. Foto: Especial.[/caption]
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Es un insumo versátil que funciona tanto en un platillo dulce como en uno salado, puede ser utilizado como acompañamiento e incluso ser el plato principal. De hecho, en mi caso, he llegado a utilizar la calabaza como el ingrediente estrella en un mole. Pese a que su cáscara es dura, su pulpa es de las más nobles.
Sus pepitas son realmente deliciosas, así que sugiero reservarlas y ponerlas a secar al horno en un lapso corto, o al sol. Estas semillas nos aportan nutrientes y un gran sabor en las ensaladas.
La calabaza tiene muchos beneficios para la salud, es rica en vitamina C, fortalece el sistema inmunológico y tiene un alto contenido de agua, aporta antioxidantes y vitaminas, es bastante alta en potasio y una gran fuente de fibra.
Por Ana Martorell-Chef
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