Puede que no sepamos de tecnología, pero seguro podemos distinguirla cuando ya es cosa vieja. Es lo que pasó con las monedas de metales.
Luego se desarrolló el concepto del crédito y de divisas compartidas, y con ello la llegada de las tarjetas como red de confianza en las compras sin efectivo.
La nueva tendencia está en las carteras móviles o virtuales, los dos indispensables.
Pero la obsolescencia de las tarjetas va un paso más allá, pues en algunas partes del mundo con poca (o nula) infraestructura financiera, los pagos móviles han logrado transformar economías enteras. En 2007 la red móvil Safaricom lanzó el servicio M-PESA en Kenia (pesa significa dinero en Suajili), habilitando transferencias y pagos de servicios vía móvil. Mover el dinero de un lugar a otro ha pasado de tardar semanas a tomar minutos.
Todavía hay mucho por hacer, infraestructura por desarrollar y sobre todo, lugares que alcanzar. Hay que imaginar ahorros de horas y días para todos, mayor libertad financiera y transparencia que le de sentido a aquel comercio que dio pie a las monedas de metales.
POR SOFÍA BERNAL MANRÍQUEZ (INGENIERÍA INDUSTRIAL), UNIVERSIDAD PANAMERICANA
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