Desde Tarde de perros -la primera película con temática gay que vi en la secundaria-, pasando por Sunday Bloody Sunday, Mi vida en rosa o A Single Man, un elevado porcentaje de las cintas de este subgénero encontraban en el tabú una fuerza descomunal para presentar una historia de amor secreta. ¿Qué iba a pasar cuando por fin, una obra se centrara en sus personajes humanos y no en el debate social? La respuesta es Call Me By Your Name, una de las cintas románticas y coming of age más entrañables y estéticas que recuerde en mucho tiempo.
El hype sobre este filme de Lucas Guadagnino (vean su drama romántico, I Am Love, protagonizado por Tilda Swinton) inició desde su premiere en el Festival de Sundance y se reafirmó en el de Nueva York cuando el público asistente la ovacionó de pie durante diez minutos. La crítica alabó las actuaciones, el soundtrack y sobre todo la forma en que se retrataba abiertamente un romance homosexual. Durante meses fue una especie de mito dentro del circuito independiente con funciones agotadas en cines no comerciales y recomendaciones de boca en boca.
Por eso, cuando anunciaron que iba a estrenar en México durante el Festival de Cine de Morelia, voy a admitirlo: me formé, junto con otras quince o veinte personas durante horas por un boleto para la función. Y cada minuto de espera valió la pena: para mí, se convirtió en la mejor película LGBT que he visto en mi vida. Eleva la idea de complemento humano que propuso la Vida de Adele, la sensualidad intrínseca de una obra como Weekend e incluso, supera a nivel histriónico a monstruos como Daniel Day-Lewis en su papel en My Beautiful Laundrette.
Call Me By Your Name es un hechizo fílmico sobre el primer amor y cómo las relaciones sentimentales son el motor que provoca encontrar nuestro destino. El filme ambientado en una villa italiana durante el verano de 1983, muestra la relación entre Elio -un gran Timothée Chalamet, la próxima gran estrella de Hollywood-, un prodigio musical y políglota de 17 años y Oliver -Armie Hammer, en su mejor papel desde The Social Network-, un estudiante que llega a su casa para ser el asistente de su padre. A lo largo de la primera mitad de la cinta, las sutilezas de seducción y de cortejo se vuelven un ballet de dudas y deseo -que culminan con Hammer bailando “Love My Way”-.
Lentamente, ambos sucumben frente a una pasión que si bien desborda una intención carnal, se basa mucho más en una admiración intelectual y en simbolismos que reafirman que el amor es una conexión sensorial que pocas veces se había visto reflejada con tanta honestidad en el cine: Elio y Oliver rebasan cánones sociales sobre género, edad o idioma; son simplemente dos seres que se encontraron en el mismo momento y espacio, y que durante un verano, se sintieron inmortales.
El guion adaptado de la novela André Arciman y escrito por uno de los grandes productores de la industria, James Ivory, posee la gran ventaja que no se preocupa por debatir la aceptación de las relaciones homosexuales. El amor en este filme es generoso y toca espectros desde el sexual hasta el filial (créanme cuando les digo que el discurso final que otorga el padre de Elio es el diálogo más emotivo e inolvidable que verán este año). Guaduagnino, acompañado por la música de Bach y Sufjan Stevens, parece que nos susurra que en el mundo aún hay esperanza de encontrar una persona que cambie tu vida.
LAS MEJORES PELÍCULAS LGBT
Carol
Todd Haynes brinda una cinta elegante e inteligente sobre el tabú lésbico de mitad del siglo XX. Más allá de una historia sobre una relación de sensualidad, el filme es un tour de force memorable entre Cate Blanchett y Rooney Mara.
Brokeback Mountain
La película que marcó un antes y después en el cine LGBT hollywoodenses, gracias a las estrellas que encarnaron a dos vaqueros homosexuales y el éxito comercial de la cinta de Ang Lee. Hasta el momento, el mayor robo del siglo en los Oscars.
My Own Private Idaho
Una cinta independiente clásica de inicios de los 90: dos futuras estrellas -River Phoenix y Keanu Reeves-, road trip, el noroeste americano y la visión de un director como Gus Van Sant para imprimir una lectura sobre la amistad y el significado de encontrar un lugar que podamos llamar nuestro hogar.
Happy Together
Bajo el clásico estilo del Wong Kar-wai, esta película que además realiza una alegoría al ambiente político de Hong Kong (justo en el momento en que dejó de ser territorio británicos-, muestra la codependencia de dos amantes que no pueden estar separados y disolver su propia identidad.
Todo sobre mi madre
La obra cumbre de Pedro Almodóvar, sobre una mujer en busca de su ex pareja transexual, que no sólo le dio el Óscar a Mejor película extranjera, también modificó el modus operandi de su carrera: dejó a un lado su estrafalario universo y se centró en las emociones humanas más básicas.
Por Josué Corro
Martes 14 de Enero de 2025