Diego de Erice (Ciudad de México, 1986) es reconocido por su trabajo como actor, principalmente en telenovelas; además, desde el año pasado ha tenido una proyección gracias a su papel como conductor del reality show más famoso de los últimos años, La casa de los famosos. Una de sus facetas menos conocidas, pero más importantes para el comunicador, es la del arte; desde que era un niño inició su formación como pintor, primero de forma autodidacta, después con talleres y diplomados. La pintura, dice tajante, es su veta más personal y más transparente.
Su obra, que se ha expuesto en galerías como BADA y en ferias como Arte Capital (cuya segunda edición ocurre en noviembre en el World Trade Center, de la Ciudad de México), se inspira en el impresionismo abstracto y el dripping, esta última, una técnica de la pintura abstracta que le permite crear a partir de manchas y de ejercicios más intuitivos.
“Sé que mi incursión en el arte es reciente, llevo cuatro años, pero la situación no es sencilla por la profesión que ejerzo como actor y conductor; sin embargo, voy acomodando todo para que pintar ocupe la mayor parte mi vida, porque es lo que soy y ya no quiero dejarlo en último plano”, explicó.
Por otra parte, reflexionó sobre la situación que, como miembro del espectáculo, lo persigue por desenvolverse como pintor: “Sé que existe una controversia en torno a quienes nos dedicamos a este medio de la televisión y que, en un punto, decidimos adentrarnos en el mundo del arte. Puede verse como una ventaja, pero para mí no tiene mucho peso, mi obra puede gustar o no y eso está bien, lo que más me importa es ayudar a alguien a través de mi arte, porque la vida con arte se ve mejor”.
Actualmente, Diego de Erice cuenta con un libro publicado que se titula Resignificación, un material que sólo está disponible en su página web; el material contiene sus primeras obras formales.
“Las decisiones que cada persona toma en su camino están llenas de trazos, trazos que no siempre se terminan, que no siempre llegan a donde se tenía pensado llegar, que no siempre concluyen ciclos. Cuando esto ocurre, las palabras se llenan de connotaciones que cierran la posibilidad de resolver o poder ver más lejos, por eso mi arte vislumbra la oportunidad”, contó el actor.
Y explicó que, por ese motivo, su trabajo discurre entre el acto del conocimiento, del autoconocimiento, de la autoexploración y en los defectos y virtudes del hombre.
“Para mí el arte es la forma más honesta que tengo de comunicarle al mundo lo que siento, lo que voy comprendiendo de mi realidad, lo que me ayuda a definirme y a reinventarme, estoy consciente de que al crear no sólo desarrollo un diálogo personal, sino también con aquellos que observan mi obra”, apuntó.
Entre sus colecciones más emblemáticas se encuentran No light, que tiene que ver con olvidar para poder seguir aprendiendo y creciendo; Hearts under construction, que reflexiona sobre cómo el corazón no está hecho para mantenerse intacto en la vida y No Bunny project, en el que el artista realiza esculturas de conejos que reflexionan sobre el existencialismo y el salir de la zona segura para alcanzar los sueños.
“No Bunny project es una escultura contemporánea que se inspira en el discurso de que no somos nadie, por lo que la pieza que toma la figura de un conejo nos invita a soñar y a ser quienes queramos ser, es una pieza que alude a nuestra propia libertad”, finalizó.
Por Azaneth Cruz
EEZ