El médico Jesús Luján se aprovechaba del deseo de sus pacientes de ser madres y les ofrecía un “parto humanizado”.
Suman más de 50 víctimas de Luján, conocido como el "Rey del parto inducido", y al colectivo Con Ovarios que estas crearon siguen llegando nuevos casos.
En entrevista con El Heraldo de México, Liora, una de estas mujeres, aseguró que Luján lleva muchos años en la impunidad, pues el primer caso de violencia gineco-obstétrica presuntamente cometida por él se dio en 2006, pero no todas sus víctimas han podido denunciar porque sus casos ya prescribieron.
“Tenemos fallecimientos de bebés en el año 2009 y 2010, tenemos a una mujer que estuvo 23 días en terapia intensiva por una preeclampsia no detectada a tiempo que se convirtió en un síndrome de HELLP, tenemos otro fallecimiento a causa de otra maniobra contraindicada, que es la maniobra Kristeller, que también fue en el 2009 y muchísimos casos de inducciones (a partos) sin consentimiento”, detalló.

Actualmente hay varias carpetas de investigación iniciadas contra Luján por conductas como inducciones al parto que culminaban en cesáreas, así como por diagnósticos de enfermedades falsas para justificar intervenciones quirúrgicas innecesarias, señaló la abogada del colectivo Isabel Esteve Gómez Mont.
En marzo pasado, un juez de la Ciudad de México emitió una orden de aprehensión en contra de Luján por práctica indebida del servicio médico.
Luján promovió un juicio de amparo contra el mandamiento judicial y obtuvo la suspensión definitiva para que no se dé cumplimiento a la orden de aprehensión.
La medida otorgada implica que Luján acuda en los próximos tres días hábiles -una vez notificado- al juzgado, que dé una garantía económica y se presente a firmar todos los lunes.
Loria sufrió la inducción al parto sin su consentimiento en 2019, estaba en la semana 38 de embarazo y le dieron misoprostol en un té de manzanilla para ocasionarle contracciones intensas.
Después de 14 horas de labor de parto, en las que Luján nunca estuvo presente, le indicaron que había sufrimiento fetal.
“No disfruté nada el nacimiento de mi bebé, no pude verlo a los ojos, no lo escuché llorar, fue catastrófico y me sentí totalmente vulnerable en manos de carniceros, no lo puedo decir de otra forma, tanto así que me detonó un estrés postraumático profundo y una inflamación crónica que sigo sanando hasta el día de hoy”, enfatizó Liora.
PAL