LETRAS

Lanzan relatos sobre la alocada y musical década de los 90

La escritora mexicana Alejandra Díaz-Ortiz publica "Esta boca es tuya", compuesta por historias en torno a grandes artistas de aquellos años como Joaquín Sabina, Enrique Guzmán, Luis Eduardo Aute, Jaime López, entre muchos otros

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: FOTO: ALIDA PIÑÓN

Alejandra Díaz-Ortiz se sentía más triste que “un torero al otro lado del telón de acero”. La frase la escuchó en “Así estoy yo sin ti”, de Joaquín Sabina. Un día, por circunstancias de la vida, pudo llamarle por teléfono a la habitación del hotel en el que se hospedaba el flaco, y hasta ese momento, cantante un tanto desconocido en México, para darle las gracias por aquella canción que, de algún modo, la ayudó a entender qué tan honda era la tristeza que sentía. Él, sin entender qué y por qué le agradecía, le invitó un café. Eran finales de los años 80. Esa llamada y esa cita derivaron en una amistad que duró todos los años 90.

La escritora mexicana que en ese entonces fue representante en México del músico español, productora de espectáculos y mánager de artistas, entrega “Esta boca es tuya. Microrelatos de la última groupie” (Arquera Ediciones, 2024), una crónica personal de aquella impetuosa década musical, llena de creatividad, fiesta, vida nocturna y conciertos; una época que consolidó a las grandes figuras y vio a nacer a una generación de artistas que marcaron a la industria de la música.

“Sabina es el hilo conductor del libro, con él empecé una carrera de algo que desconocía completamente  y que terminó prácticamente en 2002, cuando vuelvo a España a buscar a mi hija. No es una autobiografía, ni mucho menos, ni un libro de memorias, es un libro de micro relato, de cosas cortas, de momentos. De hecho, ni siquiera podría asegurar que cronológicamente sigue un orden. Es un poco un divertimento que he ido escribiendo a lo largo de los últimos años”, dice en entrevista la autora de “Cuentos chinos” y “Pizca de sal”.

El volumen que se puede encontrar en U-tópicas, cuenta con historias tan contundentes como poderosas que develan, por ejemplo, a un Juan Gabriel escandalizando al público en el que se encontraban presidentes y hasta el Rey de España; a un Sabina en el Tenampa escuchando una y otra vez “Paloma negra”, mientras escribía en una servilleta la canción “Esta noche contigo”, como un regalo para Alejandra; o las aventuras y desventuras siendo mánager de Enrique Guzmán o de Jaime López.

Foto: Alida Piñón

“En los 90 hay una catarsis hacia todos lados. Si hablamos de música hispanoamericana, nos vino todo lo que era la movida madrileña, llegó el pop estilo Mecano; además, salíamos del rock and roll puro, pero con Santana surge un público muy masivo; empieza el rap, los cantautores tenían público, pero también estaba Vicente Fernández y Juan Gabriel, llega Maná y Sabina hizo ese famoso dueto con la Dúrcal que ahora tocan todos los mariachis, “Y nos dieron las diez”; en fin, pasaron muchísimas cosas”, recuerda.

Y añade: “Pero también comenzaron los macro eventos, reformaron el Auditorio Nacional, abrieron la Plaza México, el Palacio de los Deportes, después vino el Autódromo y los súper conciertos, la promoción de canciones con videoclips. En los 90 se destapa en México la gran explosión musical”.

 Los relatos cobran aún más fuerza no sólo por la pluma de la autora, sino también por la radiografía de un mundo muy masculino. “Las chicas de la editorial le dieron una lectura que yo no le había dado cuando lo escribí, no me había dado cuenta de que lo que estaba contando era la historia de una mujer en un medio que era absolutamente de hombres y en el que se jugaban todos esos juegos perversos de la masculinidad”, cuenta.

Agrega que en un primer momento, en España le pidieron que se adentrara más en el chisme, pero el cotilleo nunca fue su intención: “Sólo cuento cosas que pasaron que ni el mismo Sabina ni otros artistas, incluso mi querido Luis Eduardo Aute sabían, porque todos, al final, tenemos un backstage. Todos vivimos lo mismo, pero no lo vimos igual”.

Además, en los 90 la Ciudad de México aún ofrecía una vida nocturna que podía disfrutarse. “Se podía habitar en la noche, podías salir y ser un poco canalla, con sus peligros, pero podías si seguías las reglas. Había como tribus y al final todos nos conocíamos, éramos como un gran pueblo”.

Por Alida Piñón

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