EXEQUIAS

En silencio despiden a José Agustín

Los restos mortales del escritor fallecido el martes fueron cremados en Cuautla, sus familiares no descartan la publicación de obras póstumas

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: FOTO: FAMILIA RAMÍREZ BERMÚDEZ

En total hermetismo, los restos mortales de José Agustín Ramírez, fallecido el martes a los 79 años, fueron cremados ayer al mediodía en el panteón Jardines del recuerdo de la ciudad de Cuautla, Morelos, ubicado a sólo ocho kilómetros del fraccionamiento Brisas de Cuautla, donde el escritor pasó sus últimos años. Muy probablemente, sus cenizas descansaran más lejos, pero no tanto, a unos 30 kilómetros, en un sitio que “le gustaba mucho” al autor de “De perfil”, en Chalcatzingo.

Así lo dijo su hijo, el editor Andrés Ramírez, en las escasas declaraciones que la familia concedió a la prensa, particularmente a la cuautlense.

Las exequias del autor contracultural también fueron privadas, las puertas de la casa de los Ramírez Bermúdez sólo estuvieron abiertas para familiares y amigos más cercanos, quienes se encargaron de ir revelando detalles como el gesto de colocar su máquina de escribir Olympia, en la que escribió sus dos primeros libros, “a los pies de su lecho fúnebre, cubierta con flores de Nochebuena y ramas de araucaria del jardín de su casa”.

Los detalles de un posible homenaje para el Jefazo aún no han sido revelados, sin embargo, su hijo menor Agustín afirmó que las autoridades culturales le ofrecieron a la familia honrar a su padre en el Palacio de Bellas Artes: “será con las cenizas presentes”, dijo.

Él mismo confirmó que José Agustín falleció a causa de la hidrocefalia que le produjo una caída en 2009 desde el escenario de un teatro en la ciudad de Puebla, donde participó en una presentación.

Por separado, Andrés agregó que, “a lo mejor sí”, será publicada obra póstuma del escritor, aunque no ofreció más detalles. Dijo que su padre dejó inconclusa la cuarta parte de su “Tragicomedia mexicana” que tenía “muchas ganas de completar” y de la cual dejó notas y fichas.

Recientemente, la obra del melómano rebelde fue reeditada con portadas que lucen la obra de Pedro Friedeberg: “Sólo faltan de salir dos libros que saldrán este año”.

Por la mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó la muerte del autor: “Lamentamos mucho el fallecimiento del gran escritor José Agustín; para los jóvenes son muy recomendables sus textos, porque mezclaba la parte cultural con la política, escribía para jóvenes.

Sus textos que llamó la Tragicomedia mexicana son de lectura para comprender cómo funcionaba el régimen autoritario, y la corrupción que imperaba. Son textos muy buenos y un abrazo a sus familiares, a sus amigos, un gran, gran escritor mexicano”, dijo en Palacio Nacional.

QUERÍAMOS CAMBIAR EL MUNDO

Sí José Agustín requirió de una complice para soñar con revoluciones, esa fue su primera esposa Margarita Dalton, con quien viajó a Cuba para participar como alfabetizador tras el triunfo de la Revolución.

“Teníamos 18 años (era 1961, José Agustín tenía 16), cuando tienes esa edad siempre quieres cambiar el mundo, nosotros compartíamos eso, también conversaciones, Pepé siempre fue muy inteligente, muy brillante, teníamos el gusto de compartir ideas, de compartir lecturas”, recuerda la investigadora. La idea de viajar a Cuba la había tenido ella después de oír a Fidel Castro arengar en las Naciones Unidas: “Dijo que iban a terminar con el analfabetismo en un año y eso me inquieto, dijo, además, que iba a invitar a todos los jóvenes latinoamericanos para que ayudaran. Yo dije: ‘me apuntó’ y nos apuntamos los dos, Pepé y yo”.


Con Margarita Dalton, José Agustín cuenta en “El rock de la cárcel” había comenzado un noviazgo en 1960. Ella, pasaba malos momentos con su familia y había decidido ir a Cuba, pero jamás le darían permiso; entre ambos planearon la solución: contraer matrimonio.

Mintiendo que ella estaba embarazada lograron convencer a un juez, al que pagaron 160 pesos. “El acta estuvo plagada de mentiras. Después fuimos a brindar a un Seps y, de allí, a la Embajada Cubana”.  

“Estábamos muy jóvenes, él escribía todo el tiempo, cuando nos casamos y nos fuimos a Cuba, estaba escribiendo “La tumba”, estaba en los primeros borradores de esa novela que publicó después, creo que dos o tres años después, era una persona que escribía todo el tiempo”, recuerda Dalton. Las diferencias y la edad, sin embargo, comenzaron en la isla: José Agustín se regresó a México y ella se quedó allá. Ambos, sin embargo, fueron noticia y se les promovió como ejemplo de los cambios que producía la Revolución.

El quiebre amoroso con el escritor (de quien se divorció al poco tiempo) no significó la ruptura: Dalton afirma que “fundamentalmente siempre fuimos buenos amigos”. Ambos siguieron teniendo contacto: “Varios años nos frecuentamos, cuando yo venía de Cuba nos veíamos, después, antes de irme a África también estuve con él, me ayudó a arreglar algunos papeles y algunas cosas, éramos realmente amigos”. 

Por Luis Carlos Sánchez

EEZ