CÚPULA

Peligro y belleza unidos

Con La rubia de ojos negros, el autor irlandés evoca al clásico detective de Raymond Chandler

EDICIÓN IMPRESA

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John Banville comenzó a usar el seudónimo de Benjamin Black en 2006.
John Banville comenzó a usar el seudónimo de Benjamin Black en 2006.Créditos: AP

Durante un martes en el que parecía haberse detenido el tiempo, Philip Marlowe esperaba en su oficina. Esperaba. Su trabajo lo había acostumbrado a pasar las horas sentado con los pies sobre el escritorio, mirando por la ventana sin mirar y dejando que los cigarros se convirtieran en humo y ceniza. No muchos requerían de un detective privado. Sin duda, la temporada fue floja. 

Hasta que llegó ella. 

El sonido de los tacones aproximándose hizo vibrar el cuerpo de Marlowe. Una rubia de ojos negros, de sonrisa cordial y ligeramente ladeada era su siguiente clienta. Toda ella era elegancia. Desde el sombrero con velo, los guantes de piel suave, el bolso de charol y la cigarrera de plata. Sus ojos lustrosos le dejaron un nudo en la garganta por un momento. ¿Cómo alguien como ella llegó hasta su oficina?, se preguntaba el protagonista, pero había decidido omitir esa conversación. 

—Quiero que localice a alguien. 

Se trataba de su amante, Nico Peterson. Aparentemente un tipo con encanto, bien vestido y con un estúpido bigotito como Don Ameche. Siempre tenía a alguien a quien ver. 

Había desaparecido dos meses atrás y la última vez que lo había visto fue en un club lujoso que solían frecuentar. La mujer hablaba de Peterson como un simple canario que había perdido, pero que finalmente era suyo. 

Marlowe preguntó por la identidad de ella. Era Clare Cavendish, la heredera de un emporio de perfumes de la talla de Chanel no. 5, incluso más exclusivos. ¿Por qué la señora Cavendish se molesta en buscar a alguien así?, ¿por qué le pide a él localizarlo? Algo no cuadra y tendra que averiguarlo. De eso se ocupa La rubia de ojos negros

Philip Marlowe es un personaje creado por Raymond Chandler en los años 30, que se convirtió en un clásico de las historias de crímenes. John Banville, con el seudónimo de Benjamin Black, asume la encomienda de revivir al detective en una lograda novela, ambientada de películas en blanco y negro. 

El Marlowe de Black recuerda a Humphrey Bogart, un hombre maduro, solitario y reflexivo que conocemos por la prosa en primera persona. Como lectores, parece que somos sus confidentes, pero, ante todo, Philip Marlowe es un detective. El protagonista sabe guardar la información hasta llegar al momento para sorprendernos con una nueva perspectiva. 

La novela, ambientada en la década de los 50, es publicada por Alfaguara. Foto: AP

La mayor parte del libro plantea sus pensamientos, su profesión y cómo se relaciona con su vida privada, por lo que la acción parece llegar demasiado tarde. Quizá para los entendidos de las historias de Marlowe los detalles están claros desde el inicio, pero para quienes desconocen la literatura de Raymond Chandler pueden llegar a descolocarse. 

La rubia de ojos negros es una genuina novela negra que sorprende por la calidad de sus descripciones y narración envolvente. Leerla es como entrar a uno de esos bares con hombres cenizos y rubias en seda, dónde el alcohol y las pistolas son menos mortales que un par de ojos negros. 

 

 

LSN