Ante un Estadio AT&T abarrotado por más de 70 mil fanáticos, la leyenda del ring Mike Tyson prefirió morder su guante en lugar de a Jake Paul y, aunque recibió una reverencia de su rival antes de la última campanada, salió del lugar con la derrota número siete de su carrera profesional.
Tyson decidió romper casi dos décadas de inactividad profesional para darle una oportunidad al influencer y demostrar que el boxeo aún corre por sus venas.
“Tengo una fijación con las mordidas, por eso mordí mis guantes”, declaró más tarde Tyson, quien reconoció en el joven de 27 años Jake Paul a un gran peleador.
De más a menos
En el primer round, Mike Tyson salió decidido detrás de Paul en busca de la cabeza del influencer, usando la cintura, como si los 58 años no fueran más que un número. Paul intentando adaptarse, usando el amarre para mantenerse a salvo.
En el segundo, Tyson, mordiendo su guante, buscó acortar distancia y mantuvo la presión generando gran nostalgia, pero para el siguiente episodio unos certeros ganchos de derecha de Paul lo obligaron a bajar el ritmo. El castigo y la edad lo ahorcaban, disminuyéndolo.
A mitad de la pelea ambos bajaron el ritmo, buscando ángulos, pero economizando los golpes en busca de un hueco en la guardia. Paul encontró las zonas blandas del que fuera llamado el Hombre más malo del mundo.
Con paciencia, Paul siguió castigando y poco a poco comenzó a meter manos potentes, pero espaciadas. Una derecha al rostro, un golpe a las costillas y movimientos sobre las puntas fueron la receta del “Gallo” boricua.
Tras 20 años de profesional y casi dos décadas afuera, los últimos rounds fueron muy complicados para Tyson y, al final, las estadísticas reflejaron el esfuerzo, pues en 16 minutos de peleas tiró 97 golpes, de los que sólo conectó 18.