BOXEO

‘El Gato’ González, el exboxeador que sobrevivió a siete accidentes mortales y rozó la gloria

Con una condena de 52 años, Rodolfo se aferra a los guantes dentro del Reclusorio Oriente

DEPORTES

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Con una condena de 52 años, Rodolfo se aferra a los guantes dentro del Reclusorio Oriente
Con una condena de 52 años, Rodolfo se aferra a los guantes dentro del Reclusorio OrienteCréditos: Foto: Daniel Ojeda

Dentro y fuera del boxeo, la vida de Rodolfo González es digna de una novela. Es un juego de la fortuna, que va desde rozar un campeonato mundial, hasta sobrevivir a siete accidentes mortales, donde se cuentan apuñalamientos y accidentes de tránsito. Hoy, purga una condena de 52 años, en el Reclusorio Oriente.

“Esta ha sido mi vida, todo un caos, pero siempre adelante. Sí, me pongo triste, pero sé que Dios tiene un plan para mí, y por eso no me detengo”, explicó El Gato, apodado así por la agilidad en sus movimientos, y la velocidad de los golpes que hizo sobre el ring.

Desde niño, encontró en el deporte de los puños su salvación. Hoy, a sus 65 años de edad, tiene en esta disciplina su penitencia, al dar clases a sus compañeros de la cárcel.

Nació en la colonia Romero Rubio, de la alcaldía Venustiano Carranza, en CDMX. A los 14 años descubrió el poder de sus puños, al llegar a casa y noquear a su padre, la misma persona que le enseñó cómo tirar un golpe, pues encontró a su mamá y hermanas lastimadas. De niño, la hizo como afanador, vendió periódicos y limones; también tiró la basura en un mercado, pero nada como ponerse los guantes.

A casi dos décadas de su retiro, en entrevista con El Heraldo de México, recordó los episodios más importantes de su vida, como cuando hizo pruebas para entrar al Comité Olímpico Mexicano, donde llegó hasta el equipo elite.

El destino lo llevó a debutar antes de ir a unos Juegos Olímpicos, y a las 20 peleas ya estaba disputando un título mundial (peso ligero, en 1981), ante Claude Noel, de Trinidad y Tobago. Así, logró comprarle una casa a su madre, y cumplir la promesa que le había hecho, pero en lo que su carrera despegaba, los accidentes fueron minando su camino.

Primero destrozó un auto deportivo, y lo declararon muerto en el lugar. Cuando su padre fue por él al Servicio Médico Forense, ya en la plancha, El Gato se negó a morir, pero tuvo un pulmón colapsado y una pierna deshecha.

Pese a ello, regresó para abrirse camino y disputar otro campeonato, aunque esta vez cayó ante el italiano Francisco Oliva (superligero, en 1987).

Fue apuñalado por la espalda, se cayó de un árbol agarrando un pajarito para su mamá, se accidentó en una moto e, incluso, un vidrio que se zafó de un ventanal casi lo mata. Ni así se retiró...

Por si fuera poco, desafió al estadounidense Roger Mayweather (superligero), tío del multicampeón Floyd, por la corona del mundo, pero perdió por nocaut técnico (1988).

“Creo en la suerte y en Dios, porque él también me tiene aquí por algunas cosas. Así como he sido, como soy, he ayudado mucho a la gente. No soy malo, soy hasta chillón”, describió el exboxeador.

“Pido vivir un poquito más, para terminar mi vida con mi familia, y hacer algo por ellos, porque también he cambiado”, finalizó El Gato González.

Por Érika Montoya

Fotos: Daniel Ojeda

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