En su primer partido en Primera como jugador de Pumas, Marco García fue maestro de ceremonias. Entró con 19 años cumplidos y marcó un golazo como gente grande. Su presentación significó un triunfo indiscutible frente al Pachuca (2-0), pero, también, el sello de una cantera que busca el resurgimiento.
García entró de cambio al minuto 69, como mediocampista, por Juan Pablo Vigón. Y al 70', en su primera pelota, pegó un zurdazo en el área, que dejó sin oportunidad al portero Alfonso Blanco. El sueño del niño que quería ser futbolista, terminó convirtiéndose en una historia fantástica.
El 2-0 marcó distancias del Pachuca, que peleó como pudo hasta el final del juego. Después del gol de Sebastián Saucedo (25'), y del zurdazo de García, el conjunto hidalguense adelantó las líneas y mejoró sus canales de comunicación. Producto de ello, consiguió acercarse con un penalti convertido por Franco Jara (89'). Pero no le alcanzó.
Después de todo, la última imagen de la tarde tuvo que ver con Marco García: el orgullo de una cantera, de una familia y de un equipo. De la alcaldía Gustavo A. Madero. A quien la suerte le sonrió para cumplir su sueño, marcando el gol de la victoria.
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Por Alberto Aceves
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