Lucila Venegas, del Mundial Femenil a la ilusión de arbitrar en la Liga MX

desde francia, la mexicana analiza la posibilidad de dirigir en la liga mx, después del mundial

El corazón de París es el Sena y también las dos islas que ocupan el centro del río: la Îlle de la Cité y la Îlle Saint-Louis. Dos gotas urbanas llenas de historia y de encanto. Los cruceros pasan por ellas, entre puentes y turistas de todo el mundo, y descubren a su paso la Torre Eiffel, la catedral de Notre Dame, el Arco del Triunfo y el Palacio de Versalles, esos lugares donde la mexicana Lucila Venegas pasa sus últimos días, antes de volver a ser la juez en el campo. El pasado Mundial Femenil, en Francia, fundó un nuevo comienzo para su carrera. Después de la fase de grupos y los cuartos de final, llegar al último partido parecía posible, hasta antes de la clasificación de Estados Unidos y la diferencia de criterios en el Comité de Árbitros de la FIFA. La competencia, sin embargo, marcó un antes y un después en los planes de Lucila. No sólo por el reconocimiento de árbitros activos y otros ya retirados; también, por el debate abierto sobre su incursión en la máxima categoría del futbol de México. Hoy, desde Francia, lo ve lejos. Pero volverá a intentarlo. "Necesitamos a alguien que crea, que nos apoye y nos dé la oportunidad de arbitrar. ¿Cuándo va a pasar? Eso no lo sé”, dice, en entrevista con El Heraldo de México. “Pero tenemos que estar preparadas. Debe haber alguien que abra la puerta y diga: ‘yo creo en las mujeres y vamos a darles la oportunidad de ver cómo lo hacen’”. ¿Ese alguien es Arturo Brizio? No sé quién sería. Esa decisión va a depender de más gente. Si bien (Arturo) es el encargado de estar al frente de la Comisión de Árbitros, ese tipo de decisiones, que podrían cambiar y repercutir a nivel mediático, no dependen sólo de él. ¿En estos días, después del Mundial, se ha puesto en contacto con usted? No. Nadie. Tampoco esperaba nada. Yo creo que si se tiene que hablar algo, se habla. Y si no hay nada que decir, pues no se dice nada. En México, ¿es posible vivir del arbitraje? Para mí, es difícil, porque yo no tengo un sueldo. Yo si arbitro, gano, si no, no. No es ningún secreto. Es un pago que se hace de manera legal, pero así es. Yo no vivo del arbitraje. Tengo que combinar mi carrera como maestra. Y es algo que me mantiene más activa. No me gustaría estar al cien por ciento en el arbitraje, porque te desconectas, a veces, de lo que es la vida y te confundes un poquito. La verdad es que el futbol no es la vida. Es una parte muy bonita, el arbitraje también. Una pasión que te envuelve, que te lleva, pero tienes que saber combinarlo. Combinarlo, no mezclarlo. ¿Y cómo encuentra ese equilibrio? Es difícil. Estoy corriendo todo el día, hay que entrenar en la mañana con el grupo de árbitros, porque es obligatorio. Después, tengo que ir a mi trabajo, salir e ir al otro. Terminar y hacer mi segunda sesión. Llegar a casa, arreglar las cosas y empezar de nuevo. Son algunas de las cosas que no salen en la tele, pero el esfuerzo ahí está y el día a día es lo que me ha pagado lo que he puesto. ¿La puerta de la Primera División está abierta? Como lo dijo Yon de Luisa (presidente de la FMF): pasando las horas físicas, podremos hablar de otras cosas. Quiero regresar y sentirme bien, para poder aprobarlas satisfactoriamente. Y, después, veremos qué sigue, porque en preguntar no se pierde nada. Hoy, lo desconozco. Han sido muchos años de picar piedra y esperar la oportunidad. A veces, la puerta se abre; en otras, se cierra. La posibilidad existe, después del trabajo que se hizo en el Mundial. Entonces, ¿la situación es mejor para las árbitras mexicanas? Mucho mejor, porque la Liga Femenil abrió posibilidades para hacer una carrera. Hay árbitras FIFA que se hicieron mejores, arbitrando sólo en la Liga Femenil, cuando antes sólo teníamos la opción de empezar en Tercera División y de ir escalando como todos los demás. La posibilidad se abrió, con sus limitaciones, pero se puede hacer carrera ahí. Hay condiciones que, sin embargo, pueden ser mejores. Poco a poco se están mejorando los sueldos y las condiciones en las que se juega y se arbitra. A mí sí me gustaría que en parte del arbitraje fuera mejor, que eso sí mejore porque cambia todo y procura el bienestar de las arbitras que están participando. ¿Qué le dice la opinión de Marco Rodríguez, Virginia Tovar y Armando Archundia, quienes recientemente la reconocieron como la mejor de la Concacaf? Me da mucha satisfacción saber que la gente me tiene en un buen concepto, no sólo por la persona que soy, sino por mi trabajo. A veces es difícil reconocer la labor de un colega, más en México, porque es totalmente cultural. Hablar bien del otro nos cuesta. Me siento satisfecha, porque ya han sido bastantes años. Marco, Vicky y Armando fueron mis compañeros; no compartimos la cancha, pero sí tuvimos contacto. Me da gusto que tengan esa idea sobre mí. Si ellos, que fueron grandes del arbitraje, lo piensan, para mí es un honor recibir sus palabras. ¿Se veía en la final del Mundial? Todo lo que dependía de mí, lo hice. Podemos hablar de otros puntos de vista, pero los resultados ahí están. Yo me quedo tranquila. Terminé el Mundial con la mejor participación que he tenido en mi carrera. Lo demás, las decisiones que toma el Comité de la FIFA y el resto de las personas involucradas, no está a mi alcance.  Por rendimiento estoy segura de que no fue. ¿Con Estados Unidos ahí fue más difícil? Yo ya había hecho mis cuentas y las posibilidades eran bajas. No fue ninguna sorpresa.  Siempre ha sido así cuando el equipo de tu confederación es el finalista. Se complica. Y para evitar cualquier tipo de mal entendido es mejor, para la FIFA, que no haya coincidencias. A nadie le gusta correr riesgos. Independientemente que todos sabemos que somos imparciales. Las cuestiones de protocolo, de política, son así, aunque siempre queda una ilusión, un dejo de esperanza, antes de saber lo que va a pasar. Y, ahora, ¿qué sigue? Disfrutar este tiempo de descanso, después de un trabajo de cuatro años. Las pruebas físicas serán por ahí de octubre. Vamos a ver qué pasa. Si queremos arbitrar, por ejemplo, en la Liga MX tendría que rendir pruebas de hombres, con los mismos tiempos que hacen ellos. Para la Liga MX Femenil son diferentes. Eso lo considero justo. Pero, por características naturales, es más complicado para nosotras. Hay que prepararse de manera diferente. Invertir bastante tiempo y, si algunas tenemos otra ocupación, como en mi caso que soy maestra, ahí la cosa cambia. Me voy feliz, por toda la gente que está detrás de mí. Porque Lucila Venegas no sólo es un nombre. Hay un montón de gente detrás, la gente que me apoya, mis jefes en el DIF Guadalajara, en la Secretaría de Educación Pública, la maestra Emma Solórzano, mi familia, mis amigos, mis compañeros… esa es la gente a la que le debo todo lo que soy ahora. POR ALBERTO ACEVES
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