Una huella del pasado

eric gómez, el aficionado que se tatuó el festejo del chileno, buscará modificar el diseño

El tatuaje de Nicolás Castillo con la camiseta de Pumas es un mapa en el tiempo. El recuerdo de un partido contra el América, del 5 de agosto de hace dos años, en el que el chileno levantaba los brazos tras su primer gol en el Estadio Azteca. La imagen de Nico y su festejo, en el hombro de un aficionado universitario, recorrió las redes sociales, los sitios de internet y provocó el orgullo de un equipo acostumbrado a despreciar los colores azulcremas. Por cosas del destino, el orden de los factores cambió en la suma de los últimos días. Porque Castillo, el referente de La Rebel, de Pumas y, sobre todo, de Eric Gómez, el responsable de tenerlo inmortalizado junto al número 30, rompió con un acuerdo de paz que existía en Ciudad Universitaria. Al firmar con el América, el andino provocó un efecto dominó en el mundo de los medios digitales. ‘¿Y ahora?’. En cada burla de los rivales, estaba la misma pregunta. El orgullo, entonces, pasó a jugar del lado de la mentira y la traición.
“Yo lo admiraba como jugador, pero hoy no sabe lo que dice”, responde Eric, de 35 años, en entrevista con El Heraldo de México. “Antes de jugar con el América, Nico le puso a su hijo la playera de Pumas, le enseñó un Goya. Su doble cara cambia todo lo de antes. Cuando me hice el tatuaje, yo ya sabía que Nico se quería ir. Fue una forma de decirle: ‘quédate, identifícate con los colores’. Yo hice mi parte. Él se vendió por un contrato”.  
[caption id="attachment_460148" align="aligncenter" width="3712"] FOTO: Leslie Pérez[/caption] En un estudio de Monterrey, en octubre del 2017, el tatuaje de Nico tuvo un costo de 300 dólares (cerca de cinco mil 795 pesos) y cuatro horas de trabajo. Como única base, estaba el festejo contra el América. Los cambios han dado origen a una próxima idea: cortarle la cabeza a la imagen de Castillo, modificar los brazos y mantener únicamente los colores de Pumas, con el 30 a un costado. “Estoy trabajando el diseño. La playera no se va, el 30 tampoco, pero sí su cabeza. En todo caso, si se queda, le pondría una cara de payaso. Acabó haciendo puras payasadas. No siento odio, pero yo no puedo celebrar ni compartir lo que él está viviendo. No me arrepiento. Tal vez su cara se convierta en una forma de botella, con unas bengalas y banderas auriazules. No es arrepentimiento, es decisión propia”. El encuentro entre Eric y el chileno se dio en la previa de un partido contra Rayados, en el hotel de concentración de Pumas. Durante su conversación, existieron señales que abrían la puerta a pensar en su salida. Entre ellas, el disgusto de Castillo ante la falta de compromiso de sus compañeros en los días libres, con el equipo ubicado lejos de la zona de calificación. “En sus últimos partidos, yo sabía que no estaba a gusto. En sus primeras entrevistas, cuando llegó al América, lo dijo: ‘estoy muy contento con el equipo en el que estoy, porque aun en el día que nos dan libre estamos en el gimnasio’. Lo que pasaba en Pumas era que Nico estaba fastidiado de que muchos jugadores, en vez de estar haciendo un esfuerzo mayor, preferían tomar su tiempo libre. Él tenía una persona a la que le pagaba de su bolsillo, para rehabilitarse y entrenarse. Siempre daba ese plus”. El hombro derecho de Eric Gómez es, hoy, una huella del pasado. Del tiempo en el que el número 30 del equipo era el más vendido en los puestos de camisetas, alrededor de Ciudad Universitaria.
“En la famosa foto que está en internet, yo tengo una gorra de Guachupé, que es un grupo chileno. El 30 representa una canción de ellos, El club del amigo, y el tiempo en el que yo dejé de tomar tras una vida llena de excesos. Sé que Televisa es el amo de las telenovelas. ¿Por qué ahora Nico va a los programas y todo ese show? Se vendió, ya es un artista más. Al rato lo vamos a ver haciendo novelas con Carmelita Salinas, o igual y se nacionaliza mexicano y lo mandan a Morelos a una gubernatura. Esos son los alcances del América. Es mercadotecnia. Lo de ‘Piojo que te entreguen la Copa’ se convirtió en ‘Piojo que me traiga a Coapa’. Es una traición a sus propias palabras”.
El regreso de Castillo a la que fue su casa se dará en cuestión de días. Será en un Pumas-América, otra vez con las dos aficiones llenando de cánticos el estadio. Pero ahora como el rival, acaso uno de los más odiados, de los que alguna vez lo vieron como inmortal. Por Alberto Aceves
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