Los últimos meses de Diego Armando Maradona al frente de los Dorados de Sinaloa están marcados por el tiempo y los diferentes puntos geográficos. Instalado todavía en Buenos Aires, a ocho mil 381 kilómetros de distancia de la ciudad de Culiacán, las primeras indicaciones de El Pelusa son recibidas por videollamadas y a través de sus auxiliares, con la Liga de Ascenso en marcha.
Por razones directivas, el argentino Luis Islas y Mario García, sus acompañantes en el banco, tomaron diferentes caminos al terminarse su contrato. También se fue el hombre gol de su equipo, Vinicio Angulo, anunciado como refuerzo por el León, para jugar en la máxima categoría. El panorama, a lo lejos, cambió desde entonces.
Según Matías Morla, su representante legal, el periodo restante del contrato de Maradona vence a final de esta temporada. “Diego arregló su continuidad y seguirá como entrenador del equipo, después de sus exámenes de rutina”, reiteró públicamente. Pero las complicaciones siguieron para él. Producto de un sangrado estomacal, El 10 fue internado en una clínica de Olivos, una localidad de la provincia argentina.
“Hasta donde estoy enterado, no es nada grave”, explicó José Antonio Núñez, presidente del equipo. “Estamos esperando que se incorpore con el plantel en los próximos cuatro o cinco días”. En la salida de Islas, precisamente, Núñez protagonizó un papel activo y deslizó algunas diferencias: “No me gustaron sus formas, fueron muy equivocadas. Diego decidió no acompañarse por él”.
En ese contexto, Dorados dio un primer paso con la contratación de José María Martínez, entrenador de extensa experiencia en la categoría de ascenso del futbol argentino, como nuevo auxiliar de Maradona.
Con su llegada, Martínez y José Altieri, el preparador físico del club, se encargaron de llevar la pretemporada de El Gran Pez, con tres refuerzos de por medio (Fabián Bordagaray, Amaury Escoto y Rubio Rubín) y las bajas antes dichas.
“No quería irme. Los directivos nunca se sentaron a hablar conmigo de una renovación, pero sé que pronto volveré a México”, señaló Islas, desde Buenos Aires, sin querer ahondar en las acusaciones de Núñez por ofrecer sus servicios como técnico, después de la final contra el Atlético San Luis. Sin su mano derecha, El Diego entró en comunicación con su grupo de jugadores, previo al primer partido de la campaña ante los Toros de Celaya.
“Está loco por esta revancha”, afirmó Gaspar Servio, portero titular del equipo. “Intentaremos de nuevo alcanzar el sueño de ser campeones”.
De sombrero y a plena sonrisa, el técnico de Dorados dio su primera charla técnica, desde Buenos Aires, y garantizó su regreso a territorio mexicano. Recuperado de su estado de salud, buscará cerrar su ciclo en la ciudad de Sinaloa al estilo Maradona: solo, con un plantel limitado y la sensación de ser el único jefe en tierra de gigantes. El efecto de El 10 se consume.
Por ALBERTO ACEVES
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