Robert Franco sabe hacer todo lo que realiza un maestro albañil: colar mezcla, hacer una pared o colocar una losa. Es uno de los muchos oficios que hizo desde pequeño a petición de su padre. Trabajaba y ahorraba en el verano para comprar los esquís que usaría en el invierno. Hoy representa a México en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018.
“Yo trabaje de todo: en las construcciones con mi papá, cortando césped, como asistente personal de mis papás. Por mucho tiempo trabajé con ellos y hacía cosas para generar más dinero y en invierno comprarme mis esquís; todos mis ahorros están en este deporte”, compartió Franco, quien este 18 de febrero compite en la prueba de esquí slopstyle.
“Todo eso me sirvió de mucho. Nunca me quejé, ni lo vi como algo malo. De esa forma, mis papás me hicieron ver que si quiero un sueño, hay que atraparlo, y para lograrlo hay que comprometerse a trabajar por él”, agregó el deportista de 24 años de edad, quien está aprendiendo español, además de la historia de México y el Himno Nacional. “Mi papá me ha enseñado un poquito, pero sigo practicando mucho, tomando clases de español y tomándolo tan en serio, como si fuera el propio deporte”, explicó el deportista, quien desde 2015 compite por nuestro país.
Robert es el más joven de cuatro hermanos. Su hermano mayor fue su inspiración para involucrarse en los deportes extremos desde los dos años de edad. Ahora, en su debut olímpico, es quien mejores expectativas tiene: ha sido sexto en el Campeonato Mundial de 2015 y en la temporada 2017-18 ha estado en el Top 10 de Copas del Mundo, lo que lo motiva a lograr algo que sería histórico para el deporte mexicano.
“Voy a ir con todas mis ganas. Tengo una gran oportunidad de llegar a la final, que sería un resultado histórico para México, pero quiero eso y más”, aseguró. Así, Franco edifica su propia historia, con las bases de una familia que le enseñó a trabajar para construir sus sueños.
POR KATYA LÓPEZ