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Del Álamo abre la Puerta Grande de Madrid

DEPORTES

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Por: Juan Antonio de Labra MADRID.- La injusticia cometida por el juez de plaza en contra de Juan del Álamo, al final tuvo su recompensa con la anhelada Puerta Grande de Madrid, tras una actuación rotunda del salmantino con los dos toros de su lote, en una tarde aciaga para Joselito Adame, que no tuvo opciones y se vio un tanto desmotivado con la falta de raza de los ejemplares que le tocaron en suerte. Porque la corrida de Alcurrucén fue desigual, y exigía, de salida, estar muy espabilado con el capote. Al final, acabaron embistiendo dos toros con mucha transmisión, y el mejor fue el cuarto, con el que El Cid estuvo desigual, sin terminar de romperse para cuajar a ese ejemplar de gran boyantía y clase. Pero el que ya había estado francamente bien con el tercero fue Del Álamo, que acabó tragándome al toro de salida al torear con emoción a la verónica, y luego también. Con la muleta hasta que el toro terminó definiéndose a lo largo de una faena clásica, torera, con aguante, en la que hubo pasajes prelados de torería y reciedumbre. La gente estaba volcada con Juan, al que le corearon con fuerza los muletazos, porque ahí había verdad y entrega. Y aquellos doblones finales, cargados de hondura, fueron el mejor colofón a un trasteo de esos que calan en la afición. A la hora de entrar a matar se fue como un rayo detrás de la espada y colocó una estocada contundente. Sin embargo, el juez de plaza le arrebató el triunfo de manera inconcebible, ante la molestia generalizada de la gente, que estaba muy molesta con esa absurda decisión al grado que obligó a Juan a dar una segunda vuelta al ruedo para reconocer su labor. Con el sexto, que fue un "pregonao", Juan sabía que no podía dejarse ganar la partida. Así que apostó fuerte y se zumbo al de Alcurrucén con el corazón bien puesto. Y sí la faena fue de rompe y rasga por el peligro que tenía el toro, la vibración fue tremenda en unos muletazos cargados de dramatismo e intensidad, en series abrochadas con recios pases de pecho. A la hora de perfilarse para entrar a matar, Juan sabía que tenía el triunfo en la puerta ya de su espada, y que no podía ser víctima de una nueva injusticia por parte del palco presidencial, de tal manera que se fue derecho, como una exhalación, y cobro una estocada un tanto desprendida pero de una gran honradez. El toro rodó patas arriba sin puntilla, y la razón creo conciencia en el juez de plaza, al que no le quedó más remedio que conceder la oreja, hecho que permitió a Juan del Álamo salir a hombros de una afición desbordante de alegría. El Cid tuvo en las manos a ese otro toro importante de la tarde, el cuarto, pero su labor no termino de trascender porque a su faena le faltó redondez. No obstante, ejecutó varios muletazos con temple, y algunos más sin esa misma cadencia de ir exigía el bravo toro de Alcurrucén. Además, no estuvo fino con la espada y emborronó los escasos pasajes buenos de una faena regular. Parece que Joselito Adame se desconcentró cuando trato de hacer un quite al primer toro de la tarde, que fue muy descastado, y se venía distraído, sin emplearse. El de Aguascalientes resultó trompicado con los cuartos traseros y estuvo a punto de ser empitonaos cuando yacía sobre la arena, a merced del toro. Y aunque se levantó para terminar de realizar el quiere, en su semblante se dibujó cierta duda. Después, con los dos toros de su lote estuvo aseado con unas embestidas sosas, que no proyectaban ni un ápice de emoción. Y en ambos casos, pasó de muleta a sus toros de trámite, pues no había mucho por hacer con ellos. Como tampoco estuvo centrado con la espada, la gente terminó recriminándole esa actitud de aparente desgana, sobre todo después de una tarde anterior en la que había sorprendido a todos con aquella genial osadía de entrar a matar sin muleta. Ahora tendrá que remontar en las corridas que tiene contratadas, a tu de no perder impulso tras esa primera comparecencia en Madrid qué tan buen sabor de boca había dejado, y con la intención de seguir marcando el paso entre la torería mexicana. FICHA Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Vigésimonoveno festejo de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de aforo en tarde de calor bochornoso. Cinco toros de Alcurrucén y uno de El Cortijillo (1o.), desiguales en presentación y juego. Pesos: 546, 521, 551, 560, 527 y 550 kilos.  Manuel Jesús "El Cid" (azul marino y oro): Silencio y ovación. Joselito Adame (verde botella y oro): Silencio tras aviso en su lote. Juan del Álamo (blanco y plata): Oreja con fuerte petición de la segunda y oreja. Incidencias: Saludaron en banderillas Miguel Martín y Fernando Sánchez, en el 2o.