ARTES

"La música siempre ha sido un idioma más que se habla en casa": Sara Ferrández

La madrileña regresa al festival que dirige Alondra de la Parra, para participar en los conciertos de la Orquesta Imposible y ofrecer dos conciertos como solista

CULTURA

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La madrileña regresa al festival que dirige Alondra de la Parra
La madrileña regresa al festival que dirige Alondra de la ParraCréditos: Foto: Clara Evens

Antes de balbucear sus primeras palabras en español, Sara Ferrández (Madrid, 1995) ya estaba familiarizada con el lenguaje musical: “Como mis padres eran músicos, y mi hermano mayor también, para mí la música siempre ha sido un idioma más que se ha hablado en casa”, cuenta. Su hermano, Pablo, es chelista y su madre, Paqui Castro, es la creadora de un método musical conocido como Mago Diapasón, con el que enseñó a sus hijos.

Lo más lógico era que la pequeña Sara se dedicara a la música, y así fue: la madrileña es hoy una de las violistas más prometedoras de su generación; a su corta edad ya ha actuado en las mejores salas internacionales y ha sido solista con la Orquesta Nacional de España, la Sinfònica de Barcelona y Nacional de Cataluña; la Sinfónica del Principado de Asturias, así como la Imposible Orchestra de la mexicana Alondra de la Parra, entre otras.

Siendo niña, sus pequeñas manos cargaron por primera vez el instrumento que se volvió su vida:

“A los tres años no decidí nada porque es imposible, fueron mis padres los que decidieron ponerme a la viola; creo que es fantástico tener unos padres músicos, pero también creo que es fantástico no tenerlos”, bromea.

Así llegó al instrumento, nacido en el siglo XIV, que ahora "es súper popular, aunque por aquel entonces no era así, pero fue un poco un salto de fe porque a mi madre le gustaba mucho el sonido y dijo, ‘vamos a probar con la viola’”, recuerda.

Ferrández está de regreso en México para participar nuevamente en el Festival PAAX GNP 2024 que comenzó el martes pasado.

La violista actuará en los conciertos de la Orquesta Imposible, pero también como solista en dos programas: el concierto sinfónico De la oscuridad a la luz, que se realiza este jueves con piezas de Max Bruch y el Doble concierto para clarinete y viola, a realizarse mañana con piezas de Zoltán Kodály y Franz Schubert.

La viola, explica, es un permanente descubrimiento:

“Para mí es la manera de expresarme, mi manera de gestionar todo lo que me pasa y mi voz, de alguna manera”.

Y vaya que se trata de una voz de abolengo: Sara toca una viola de David Tecchler construida en 1730 y un arco de Nicolàs Leonard Tourte, ambos cedidos por Stephan Jansen y la Stretton Society.

El luthier “era alemán, pero se fue a Italia, así que este instrumento lo construyó después de estar varios años en Roma. Tengo la suerte de que este instrumento ha sido cedido para mí, la Stretton Society es una organización filantrópica que se dedica a ayudar a jóvenes intérpretes, solistas, a encontrar un instrumento que sea a la altura de sus habilidades”.

Con la viola ha sucedido lo mismo que con el chello, “gracias a que grandísimos intérpretes como Rostropóvich, por ejemplo, y muchos otros que vinieron detrás, es que se posicionó como un instrumento solista; creo que eso es lo que está pasando con la viola y eso me parece muy emocionante”.

En el instrumento, dice, está su futuro: Sara se ve componiendo sus propias piezas; hasta ahora ya ha completado una de tres minutos: “es para la sección de violas y para viola solista porque quería darle protagonismo a mi instrumento; la compuse para la sección de violas porque en la orquesta no se le suele dar tanto protagonismo, aunque la viola es un instrumento súper importante”.

“Tengo un home studio que me he podido ir construyendo poco a poco con el dinero que he obtenido con mis conciertos, me lo gasto en el home studio y aquí voy grabando y aquí voy escribiendo y voy componiendo. Mi sueño sería poder hacer un álbum, es lo que estoy intentando hacer, pero de momento solo es un sueño que está en el aire y no tengo ningún tipo de presión”, asegura. 

 

POR Luis Carlos Sánchez

Foto: Clara Evens 

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