Cada que termina un concierto, una manifestación o un evento en la ciudad, puedes ver a un enorme ejército de personas enfundadas en monos verde limón, barriendo y recogiendo los restos de la fiesta.
Son los trabajadores de limpia de la ciudad. Jóvenes y adultos mayores, hombres y mujeres, personas que trabajan con gran riesgo en el Metro o en las vías rápidas, durante los turnos nocturnos y con pocas o nulas garantías laborales.
“Realmente es un trato totalmente inhumano. ¿Cómo puede ser que la gente o sus empleadores se aprovechen de ellos de esta manera? Es una cosa terriblemente cruel. Y la verdad es que me dejó muy mal. Pero eso, de alguna manera, me dio fuerza para decir: ‘no importa lo que pase, su testimonio tiene que aparecer’”, señala, en entrevista exclusiva para El Heraldo de México, la cineasta Luciana Kaplan.
A través de su documental “Tratado de invisibilidad”, Kaplan intenta arrojar luz sobre el trato que algunas empresas confieren a las trabajadoras que se encargan de mantener limpia la ciudad.
Un descubrimiento casual
La investigación de Kaplan sobre las condiciones de trabajo que tienen algunas de las trabajadoras de limpia subcontratadas por empresas distintas, nació algunos años atrás.
“Hace unos años me enteré, un poco por casualidad, que las trabajadoras de limpia en los espacios públicos de esta ciudad estaban subcontratadas, sus empleos no dependían del gobierno, sino que dependían de estas empresas.
“Empecé a investigar y me di cuenta que todos los espacios públicos estaban siendo limpiados por empleados subcontratados, con derechos laborales mínimos o inexistentes y me pareció que era una cosa muy escandalosa y que eso se tenía que saber”, detalla.
Gracias a su investigación, Kaplan descubrió algunos actos de corrupción, que van desde la venta de material de trabajo hasta la falta de prestaciones para las personas que se dedican a esta importante labor. Pero tuvo qué enfrentarse a otros retos antes de conseguir sus testimonios.
“Los trabajadores están muy amenazados, no pueden hablar con nadie externo sobre su situación laboral, porque saben lo que están haciendo, están muy asustados todos.
“Lo que empecé a hacer con otras personas que me ayudaron en la investigación, fue ir a estos espacios como el Metro, el aeropuerto, las calles, y empecé a contarles un poco de la investigación que estaba haciendo y si me podían dar su teléfono celular para que no los vieran hablando conmigo”, explica.
Una acción para cambiar
La idea de la cineasta no termina con la difusión del documental. Gracias al apoyo que ha obtenido por parte de algunos diputados, planea promover cambios para dotar de derechos a los trabajadores de limpia.
“Vamos a hacer una campaña de impacto, que siempre fue pensada que acompañaría a la película, para hacer una incidencia mucho más directa, que no nada más sea ver una película”, concluye.
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