Un destello blanco como no había visto antes nubló sus ojos. Segundos después, las personas que estaban junto se habían transformado en masas sanguinolentas, cuya piel se derretía entre alaridos de dolor y sus ojos salían expulsados de sus cuencas.
No, no es una película de terror. Se trata de algunas de las imágenes del manga Gen de los Pies Descalzos, dibujado por Keiji Nakazawa, quien tenía seis años cuando explotó la primera bomba atómica sobre Hiroshima y, según contó tiempo después, la imagen corresponde a la mamá de un amigo, que murió antes de saber qué le pasó.
“La desensibilización ante la amenaza existencial de las armas nucleares es un problema, porque ya llevamos tres generaciones, cuatro incluso, de personas que no han vivido una detonación nuclear, que no han sentido el riesgo tan real, y por otro lado también el rol que se les ha dado a las armas nucleares en Hollywood, usadas por los héroes en las películas de ciencia ficción”, reflexiona Carlos Umaña, integrante de dos organizaciones con una finalidad en común: lograr la abolición absoluta de las armas nucleares.
Nuevas amenazas de ataques nucleares
El conflicto en Ucrania ha logrado desenterrar la retórica armamentista nuclear, específicamente entre Rusia, que en julio pasado, en voz del vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, declaró que emplearían dichas armas en caso de que alguna parte de su territorio se viera afectada.
“Ahora, con la guerra de Ucrania, hay más gente que se está volviendo más consciente de ese riesgo y que está buscando información. Es muy importante hablarlo, porque cuando Putin hace amenazas de que va a usar bombas atómicas dice que sería una táctica, no una estratégica; pero resulta que las bombas tácticas y las estratégicas son igualmente peligrosas.
“No hay bomba nuclear pequeña, la única diferencia entre las tácticas y las estratégicas es en el vehículo que lleva las ojivas nucleares; si bien es cierto que con las estratégicas el vehículo puede transportar ojivas más potentes, las tácticas no son pequeñas pueden llegar hasta los 200 kilotones, que son unas 12 veces la bomba de Hiroshima”, advierte Umaña.
De acuerdo con un reporte de la Universidad de Navarra, Ucrania no posee armamento nuclear desde su adhesión, en 1994, al Memorándum de Budapest. Por el contrario, se calcula que Rusia contaría con alrededor de 6 mil 400 ojivas nucleares, aunque la información no está contrastada por fuentes oficiales.
¿Qué pasaría en caso de una explosión nuclear?
La historia ha demostrado que no es exagerado pensar que, en caso del lanzamiento de una bomba nuclear, las escenas que surgirían serían apocalípticas, con miles o millones de muertes, un número aún más grande de heridos y daños que tardarían generaciones en desaparecer.
“Si se trata de una bomba táctica, de unos 100 kilotones, lanzada en una gran ciudad, como Moscú o Washington, por ejemplo, hablaríamos de cientos de miles de muertos de forma instantánea, una sola bomba. Muchísimos más heridos.
“Cuando hablamos de heridos, hablamos de las lesiones, no solamente las causadas por un aparato explosivo, quemaduras, contusiones, fracturas, etcétera; hablamos también del síndrome de radiación aguda, que lo que produce es una degradación de los sistemas y órganos vitales.
"Eso se traduce en que a las personas se les caigan los ojos, se les derrita la piel y se desangren hasta morir. Explota el abdomen, es un padecimiento dolorosísimo, atroz”, revela el médico Umaña, quien recibió junto a la Campaña Internacional para la Prohibición de las Armas Nucleares, el premio Nobel de la Paz en 2017.
El activista detalla que, debido a la potencia de la bomba, lo más probable es que quienes padezcan el impacto de peor manera sean los civiles, cuya población más vulnerable son los niños, las mujeres y los adultos mayores.
“Los que sobrevivan a todo esto van a tener una probabilidad altísima de padecer varios tipos de cáncer, de tener niños con malformaciones congénitas, algunas muy drásticas, de niños que no se pueden ni reconocer como una persona, lo que se llama el 'bebé deuce'”, argumenta.
¿Una guerra nuclear podría acabar con la humanidad?
Para el experto, copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, organización condecorada con el Nobel de la Paz en 1985, la respuesta es sí.
“Si hablamos de una guerra nuclear a gran escala, habría detonaciones de bombas más potentes en varias ciudades, esto significa, a grandes rasgos, la muerte instantánea de decenas de millones de personas, cientos de millones más de heridos, con estas heridas tan espantosas.
“Hablaríamos de la destrucción de la capa de ozono, de una radiación que se esparce globalmente y también del invierno nuclear, que es causado por el hollín que sube a la estratósfera, tapa la luz solar y causa un descenso drástico de la temperatura en unos 25 grados centígrados por varios años”, relata.
Sin sol y expuestas a temperaturas extremadamente gélidas, la mayoría de las especies animales y vegetales morirían, colapsando las cadenas alimenticias que mantienen la vida en la Tierra.
“Estamos hablando de una amenaza existencial y el riesgo de que esto se dé actualmente es altísimo, especialmente por la posibilidad de malos cálculos y malas interpretaciones entre los responsables”, concluye Umaña.
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