Se va un gran artista, un hombre bueno, humilde y orgulloso, que amaba a los suyos. En síntesis: amaba al prójimo, aunque para hacerlo no necesitara acudir a grandes aspavientos.
En El Colegio Nacional honró a su padre, y honró a España y a México, en una exposición que revivía la odisea del barco Ipanema, en el cual su padre llegó a nuestro país.
Con espíritu lúdico e irreverente, sin prisa pero sin pausa, formó a varias generaciones de artistas, e hizo de la tipografía un arte mayor. De su talento salieron algunas de las portadas ya clásicas de nuestros grandes autores.
De sus manos de escultor y pintor surgieron piezas que forman parte del patrimonio espiritual de México y del mundo.
Quienes tuvimos la fortuna de tenerlo cerca y gozar de su elegante discreción, nunca olvidaremos ese privilegio inmerecido.
Cada día sonará con fuerza mayor el nombre de Vicente Rojo.
Ciudad de México, marzo, 2021.