La vida del pintor Héctor Aristo (Puebla, 1964) dio un giro cuando le diagnosticaron diabetes. “Sí he cambiado. Soy más disciplinado y consciente”, confiesa, quien vive con la enfermedad desde hace 15 años bajo control médico.
Aristo, con exposiciones en México, Italia y EU, pronto aceptó que la diabetes es una enfermedad originada por una errónea alimentación y, en su caso, herencia genética. Entonces, sin dar mucha oportunidad a la depresión ni a atender soluciones paliativas, acudió al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Con asesoría de nutriólogos, endocrinólogos, oftalmólogos, especialistas en la piel y sicólogos, Aristo ha controlado el nivel de glucosa en su sangre, lo que le permite tener una vida normal, como si no padeciera la enfermedad. Su alimentación, confiesa, es más equilibrada y trata de ejercitarse diario.
[caption id="attachment_739385" align="aligncenter" width="171"] ENFERMEDAD. Aristo utiliza la pintura como desahogo emocional. Foto: Cortesía.[/caption]“Cuando me diagnosticaron, sentía que estaba en el patíbulo, y entonces te alineas por miedo. Te quitan el alcohol, la grasa y muchas cosas. Tiene uno que avocarse al ejercicio y comer saludable, es sólo disciplina y consciencia que, claro, cuesta mucho”, afirma quien estudió en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda.
Aristo recibió, dice, consejos de amigos para tratar la enfermedad por medios alternativos, como llevar una dieta vegana o ignorarla, pero señala que la mejor decisión fue seguir un tratamiento.
La pintura ha sido su desahogo emocional. Si bien nunca ha pintado sobre la enfermedad, pues piensa sería “amarillista”, el óleo le sirve para sacar su coraje, temor, angustia y evitar que su organismo absorba estas emociones dañinas. “A veces tengo complicaciones y con la pintura lo he superado”.
Por Sonia Ávila
lctl