La catrina, fuerte y femenina

El artista plástico, Ismael Rodríguez, es el responsable de alegrar, desde hace tres años, la ciudad con sus representaciones de este personaje en el marco del Festival de Día de Muertos

En una decisión fortuita, Ismael Rodríguez se convirtió en el creador de las catrinas, que cada noviembre toman las calles de la ciudad. “Hace tres años me contactaron para que terminara unas figuras de catrinas que alguien había quedado mal, las vi y decidí pintarlas al óleo, cuando se expusieron en Reforma fueron un boom”, cuenta el artista plástico, quien trabaja con pintura en lienzo y escultura en bronce.

Cuando se percató del contacto con la gente, de la aceptación de las figuras y el futuro de la imagen de la catrina, el artista mexicano decidió apropiarse de ella; desde el concepto como escultura pública, hasta su elaboración que produce a partir de un molde en plastilina.

Una treintena de éstas ocupan la avenida Presidente Masaryk, en el marco del festival de Día de Muertos organizado por la alcaldía Miguel Hidalgo. Es el tercer año consecutivo que Rodríguez, quien ha expuesto pinturas en Estados Unidos, sale a la calle: “Lo bello es la respuesta inmediata de la gente, ves cómo reaccionan a la obra, qué les gusta, si se toman fotos”, apunta en entrevista en su estudio en la Ciudad de México.

La catrina de Rodríguez tiene como modelo estético, la que Diego Rivera pintó en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde recrea la de José Guadalupe Posada, pero con mayor “elegancia, fuerza y feminidad”. Así son las esculturas del escultor urbano: “Para mí es una mujer fuerte y sensual”.

[caption id="attachment_703469" align="aligncenter" width="1932"] Ilustración: Allan G. Ramírez.[/caption]

Cada una lleva vestidos ajustados y saturados de colores brillantes, sombreros anchos, abanicos y, aunque su rostro es el de la muerte, su pose coqueta apela a la festividad de la cultura mexicana. Rodríguez señala que es su interpretación de la figura de Rivera y Posada, la que en los últimos años se ha insertado en el imaginario social.

La elaboración de las esculturas parte de la sencillez, y Rodríguez aprovecha su origen como pintor para usarlas de lienzo y sobre ellas crear diseños propios. Detalla que en los modelos especiales la elaboración tarda hasta un mes, pero que en las catrinas hechas en serie, el tiempo es menor.

Primero diseña a mano el modelo a base de plastilina o, en ocasiones, arcilla. Una vez que decidió la forma, pasa el molde a otro de tamaño mayor que sirve para darle forma a la obra hecha de caucho y fibra de vidrio. Este material es lo que le da firmeza a la pieza que se arma a manera de rompecabezas. Sobre ésta se aplica una capa de primer que sirve de base para la pintura al óleo: el momento más creativo del proceso.

“La diferencia con otras piezas es el terminado. La capa de primer es el que se usa en los coches, pero aquí es para que se pueda pintar al óleo y, al final, se da una capa de plastificado”, precisa quien fue alumno de Luis Nishizawa.

Sin abandonar la pintura, Rodríguez confiesa que está encantado con la escultura urbana y será su camino creativo por mucho tiempo.

Por Sonia Ávila

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