En el homenaje póstumo a José Luis Cuevas realizado hoy en el Palacio de Bellas Artes, se evidenció la confrontación que mantienen las hijas del artista mexicano y su viuda, Beatriz del Carmen Bazán.
Las cenizas de Cuevas llegaron al recinto pasadas las 17:00 horas, se tenía previsto que llegaran una hora antes. En el momento en que los restos del pintor se exhibieron ante los presentes para que le dieran el último adiós, sus tres hijas comenzaron a ovacionar a Bertha Riestra, su madre fallecida.
Algunos de los presentes, para apoyar a las hijas, también gritaron “¡No están solas, no están solas!” y “¡Vivan las Cuevas! ¡Viva Bertha!”
Antes de iniciar el homenaje, el arquitecto y amigo de Cuevas, Fernando González Cortázar, expresó que hacía más de cinco años que no tenía ningún tipo de contacto con el artista mexicano y reveló que “le sorprendió enterarse del cáncer que padecía y que fue el causante de su muerte”.
Hasta entonces, ni la familia ni las instituciones culturales habían revelado el motivo del deceso.
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Cortázar aseguró también que recuerda a Cuevas “como un rebelde indoblegable, como un crítico de la realidad, consolidador de un proceso de cambio para nuestra cultura y un animador insuperable".
La primera guardia de honor fue montada por la secretaria de Cultura federal, María Cristina García Cepeda; el titular de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín; del INBA, Lidia Camacho, y Ximena, Mariana y María José Cuevas, hijas de José Luis Cuevas. Durante el homenaje, el poeta Homero Aridjis llamó a Cuevas "el amigo secuestrado", y dudó de la premura de su cremación.