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Miguel Barceló: el arte de provocar

CULTURA

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Han pasado siete años desde que el artista nacido en Mallorca: Miquel Barceló no presentaba una muestra así de grande, así de grandiosa y así de polémica en su propio país, España. Arribó a Salamanca, el pasado mes de abril con 80 obras urbanas, monumentales y en esencia, provocadoras –como suele ser el trabajo escultórico y plástico del creador del gran Elefant dret colocado en la Plaza Mayor–, en aquel escenario envuelto de arquitectura renacentista. Contraste y diálogo entre dos expresiones a destiempo: el brutalismo monumental del elefante blancuzco que exhala humo por el ano y el escenario barroco de esta plaza del siglo XVIII, la que Miguel de Unamuno definió como el cuadrilátero irregular, pero absolutamente armonioso. Es este espacio el que eligió Barceló para exponer su escultura urbana preferida y absolutamente contemporánea, una especia como él llama de autorretrato: la provocación del artista cuando crea y su obra no se comprende, es como “estar parado en la trompa del elefante, buscando el equilibrio”. Imposible no mirar su elefante de 7 metros de altura y sus 5 toneladas de peso, la cereza y hasta el pastel de esta exposición conmemorativa del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca y que lo festeja de forma monumental.   Este 2017 llega Miquel Barceló con 60 años cumplidos y 40 de artista a Salamanca con una maleta llena de acuarelas, esculturas e instalaciones para repartirlas en la ciudad entre patios, capillas y plazas públicas, uniéndose a las celebraciones de los 800 años de la Universidad de Salamanca, la más antigua de España. Su presencia inaugural en los festejos no es azarosa, pues el artista mallorquín es quizá el más importante exponente del arte urbano contemporáneo europeo en este momento. Representa el arte actual brutalista, conceptual y de la naturaleza muerta, con la pasión y polémica que en su momento la universidad de Salamanca provocó al retar a las dogmas del siglo XIII cuando fue creado este espacio para la ciencia, la filosofía y la fe. Retos europeos en épocas convulsas. Hoy es el artista que donde está su obra, está la polémica, el asombro y sobre todo ello, la admiración. A distancia, Barceló ha desafiado a la crítica y sus colegas con una técnica y estilos que inquietan la mirada, la creación y las reglas del arte al volver a la llamada figuración expresionista muy a la manera de Cézanne o el surrealismo de Dalí. Eso no sorprendería sino fuera que Barceló además reta al espacio, el equilibrio y el volumen, con propuestas arriesgadas y a la vez, sencillas. Por lo menos en los últimos 30 años su obra ha sido una síntesis de esa mezcla de materiales, formas y volúmenes donde la obra es el espacio, es decir que el escenario dialoga con su obra. Así lo hace sentir su reciente exposición El Arca de Noé colocada en diversas calles de Salamanca. La historia de ser elegido como el artista que abriera el año de celebraciones de la Universidad de Salamanca inicia cuando el rector le encargó el diseño del logotipo conmemorativo, pero terminó en lo que hoy está en las plazas y el centro de la polémica: su muestra titulada “El Arca de Noé” que reúne por vez primera, obra retrospectiva y nueva. Una enorme oportunidad para conocer lo que el arte y sus creadores mundiales están proponiendo como discurso estético, frente a un mundo urbano que va y viene entre el acelerado anonimato de sus calles. Y eso es precisamente lo que el espectador, curioso y turista se encuentran cuando caminan por esa singular traza laberíntica salmantina: una serie de obra provocadora, lo que ya no es de extrañar en la propuesta de Barceló. Hay que recordar lo que ocurrió en 2008 con la Cúpula de la sala de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, conocida como la capilla Sixtina de Barceló en que representaba estalactitas, el mar, olas, envueltas en colores impactantes a simple vista, una cueva que cambia y engaña la mirada conforme se recorre, además de una costosa suma de seis millones de euros que cobró el artista y 20 millones que costó la obra. Una verdadera travesía visual y artística que los críticos han calificado como lo más revolucionado en la obra del Miquel Barceló, poniéndolo en la mirada de los creadores más innovadores de su generación y de sus retractares al cuestionar el valor artístico versus el valor económico de la obra y el artista.   En esta ocasión, vuelve a la mirada de la crítica quizá con menos juicios y más asombro. Basta detenerse en el patio de las Escuelas Menores en Salamanca, para observar sobre una alfombra de césped 14 esculturas de su obra reciente llamada Allumettes, reunidas por primera vez en una especie de bosque de cerillos quemados de gran formato –realizadas en bronce– que nos recuerda la naturaleza muerta. Árboles carcomidos por el fuego, cerillos carbonizados de tres metros de altura que también evocan la fragilidad humana, la extinción del cuerpo. Un cementerio de cerillos. La paradoja está en un material fuerte como el bronce que se nos presenta débil, esfumado. Repartidas estas cerillas en un escenario del siglo XV, entre arcos góticos, pasillos sobrios y el espíritu arquitectónico plateresco de Salamanca están estas obras absolutamente contemporáneas dialogando en polémica expresión. Advirtiéndole al espectador que todo es efímero, todo es finito. Otra vez, la obra es espacio. Pero no todo es celebración y admiración en la obra de Miquel Barceló en Salamanca. En el Patio de Anaya que es la sede de la facultad de Filología está quizá la obra más polémica de toda esta exposición: Le grand écouteur, se trata de una de las piezas más grandes, después de su elefante exhalador de humo. Una especie de cuatro macetas sobrepuestas hasta alcanzar los 6 metros de altura de poliuretano, que al llegar a su máxima altura ésta se dobla y se agrieta, recordando aquellos relojes blandos de Dalí. Que según el propio Barceló es una alegoría a la impotencia sexual que se erige hasta pensar su máxima erección para luego debilitarse flácidamente. La obra que pesa dos y media toneladas tuvo que ser arrastrada con grúas hasta el patio donde se exhibe causando, reacciones entre los estudiantes que han colocado una manta con la leyenda: “La estatua de Barceló es una privatización de la Universidad” (sic). Como respuesta a lo aparatoso de la instalación de la obra y al nombre en sí de su creador que siempre va envuelto de fuertes sumas de dinero y provocaciones mediáticas. A su vez, que algunos críticos de arte califican la obra de Barceló como “comercial”. Ya es una constante en el trabajo y exposiciones del artista, las reacciones encontradas que acompañan sus propuestas. Es parte involuntaria que despierta y quizá, eso también lo que convierte en el más visto, más comentado, más referido. La polémica que su quehacer estético despierta hace que atraiga más miradas.   Barceló ha vuelto a España para hacer convivir su obra con la arquitectura medieval de Salamanca. Y como es de esperar la provocación anima la curiosidad, el asombroso espectáculo estético de la una y otra son el tema que hoy ocupa la atención de propios y ajenos. La arquitectura y la escultura retan a los espectadores a dejarse llevar, sentir y gozar de esta oportunidad singular en un escenario de conmemoraciones y sorpresas artísticas. Otra vez Barceló pone el ojo tras la cerradura y provoca nuestras emociones en una inquietante exposición que no deja espacio para la indiferencia. Mientras ello ocurre, su elefante blanco sigue exhalando humo blanco: Habemus Barceló en Salamanca. Barceló punto por punto:
  • Para la inauguración Miquel Barceló presentó el Performance: La Imagen fantasma, un lienzo de 15 metros de largo que pinta con agua que se desvanece en todo largo y ancho del papel, mientras los músicos Pascal Comaelade e Ivan Telefunken intervienen tocando y cantando.
  • Una semana tardó en ser colocada toda la obra monumental y urbana en los cuatro patios y plazas de Salamanca. Ocupando ceca de 16 grúas para su traslado.
  • En la Capilla del Colegio Arzobispo Fonseca se exhiben 18 cerámicas casi todas inéditas. Teniendo como plato fuerte la pintura monumental El Arca de Noé de 4 x 6 metros y es la primera vez que se exhibe al público. Es una obra de naturaleza muerta/paisaje; bodegón y performance. Es el mutalismo del arte como Barceló llama a este trabajo. Transformar el arte en arte.
  • La obra Gran Elefantt dret es una nueva versión a la anterior realizada en 2008, la otra era más pequeña y con pátina más oscura. Es su obra más irónica, con mayor humor: al exhalar humo blanco del ano, nos recuerda aquella chimenea religiosa. Aquí juega con la plaza mayor.
  • En la Plaza Mayor en 2002 se expuso obra de August Rodin con motivo de la Capitalidad Cultural Europea y en 2008 las esculturas del valenciano Manolo Valdés que incluían sus famosas “Meninas”
  • La Exposición “El Arca de Noé” de Miquel Barceló estará en las calles y plazas de los edificios de la Universidad de Salamanca hasta finales de octubre de 2017.
Texto y Fotos: Sergio Almazán (Desde España)