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Los mártires de la comunicación

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“Pobres de nosotros, qué situación estamos viviendo; los comunicadores deportivos vaya que la estamos pasando mal. No hay nada de deportes, por lo tanto tenemos que sufrir para ver qué demonios informamos; necesitamos pasar horas y horas pensando con qué diablos llenamos nuestros espacios de televisión, nuestros programas de radio, nuestros periódicos, y con qué diantres nutrimos nuestras redes sociales. 

No podemos salir de casa, y desde ahí, con estudios improvisados muy incómodos de tele, tenemos que valernos del Skype para poder enlazarnos, o tenemos que en la soledad unirnos a un programa de radio para realizar la titánica chamba de unirnos a una conversación futbolera sin tener chance de ver las caras y las reacciones de nuestros compañeros.

Ayuda por favor, ya no sabemos qué hacer; como no hay partidos ni competencias hicimos trivias, alineaciones de los mejores equipos de la historia, contamos anécdotas del pasado, discutimos cuáles han sido los uniformes más bonitos de todos los tiempos, platicamos de los mejores libros y películas deportivas… estamos en una situación muy delicada”.

¡No seamos payasos!, no nos victimicemos tan estúpidamente. Es trabajo nada más, uno que no deja de ser divertido, que gira en torno al entretenimiento que radica en los deportes profesionales. Aquí no hay heroísmos, todo lo contrario, es una posición verdaderamente privilegiada si la comparamos con la de tantos, por ejemplo, con la de quienes manejan camiones de transporte público, que tienen que andarse juntando con gente muy probablemente contagiada, o los cajeros de los supermercados que andan agarrando sin parar monedas y billetes sucios, o los policías que tienen que olvidarse de la “sana distancia” para agarrar a un delincuente o auxiliar a un ciudadano cara a cara; ni qué decir de los doctores y enfermeras. Lo nuestro ahora son nimiedades. 

Si queremos pensar, y ayudar, a alguien que la esté pasando mal en el entorno deportivo, pensemos en los vendedores de cervezas, refrescos, papas, banderas, etc. de los estadios; lo de ellos sí es crítico.

Eso sí, nosotros que tanto y tanto pedimos la unidad del gremio de los futbolistas para que reciban un trato justo y se les respeten sus derechos, pronto, muy pronto tendremos una prueba de fuego, un llamado a la solidaridad entre nuestro gremio que será urgente, necesario, definitivamente humanitario. 

La gran mayoría de los medios de comunicación deportivos en cuestión de semanas se encontrarán en crisis; la falta de patrocinadores, de anunciantes, por el larguísimo parón de las competencias profesionales, generará una cantidad alarmante de reporteros, analistas, comunicadores y productores despedidos. ¿Nos ayudaremos entre nosotros?, ¿haremos algo para que se defiendan nuestros derechos laborales?, ¿pelearemos hombro con hombro para que esta emergencia sanitaria no se traduzca en pérdidas de empleos de nuestros colegas? ¿O seguiremos exigiendo públicamente (y estúpidamente) que los futbolistas se reduzcan sus sueldos?

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POR PONCHO VERA

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