Me explico, no sé cuándo ni cómo, pero en algún momento ciertas personas decidieron que tenían algo que aportar a la sociedad y difundirlo, hasta ahí muy bien, creo que seríamos una mejor sociedad si todos aportásemos algo en beneficio de la causa común, la que fuera, y propagáramos la idea. Ahora bien, otro problemita, el auto proclamarte influencer justamente te hace lo contrario. Si yo tengo que decir que soy una influencer, claramente no lo soy.
El que influencia a los demás realmente tanto en gustos, formas de pensar, preferencias de compra, decisiones políticas, sociales o culturales, no lo tiene que decir él, lo dicen los demás como consecuencia del impacto que cualquiera que sea su discurso provoque.
Ese es un líder de opinión que influencia a los demás, por ende, un influencer. Ese no anda comprando likes, buscando intercambios, o managers. Es al contrario, otra vez, lo buscan a él, a veces no tiene tantos seguidores en redes sociales ni likes, pero lo que dice, hace o se pone tiene un impacto.
De alguna forma los influencers han existido desde siempre, pero se popularizaron y dieron a notar en la era digital con la llegada de las redes sociales como Instagram, YouTube y TikTok. Antes de esto, en los 2000 surgieron los bloggers y vloggers que compartían sus experiencias, recomendaciones y opiniones cada vez a un público más amplio convirtiéndose poco a poco en lo que son hoy los influencers.
Ahora bien, soy tan hater porque antes para ser un influencer tenías que tener una vocación, primero ser alguien o dedicarte a algo para tener una voz y que la gente quisiera ponerte atención. Hoy no.
Ahora quien sea puede tomar el micrófono, autoproclamarse líder de opinión del tema que sea y empezar a hablar, y si se tocó una fibra sensible, quizá por morbo o por ridiculización, la gente empieza a seguirlos, y ahí tienes la fórmula más peligrosa para crear una persona que influye en los demás sin tener oficio ni beneficio, y así, mi querido lector, llegamos hasta el día de hoy a una sociedad que se encuentra en crisis mundial.
En donde no importa si lo que compartes en tus redes sociales es un discurso de odio o lo que sea mientras esté en el tren de lo que está en tendencia y seas parte de la moda.
Algunos influencers han fomentado el tener una imagen corporal poco realista, promoviendo estándares de belleza inalcanzables e inexistentes, que pueden afectar la autoestima de otras personas vulnerables, especialmente adolescentes. Promueven estilos de vida que muchas veces ni siquiera tienen, haciendo sentir a sus seguidores que ese es el modelo ideal para alcanzar sin importar cómo y a sentirse insatisfechos con el suyo.
Siendo muchas veces publicidad pagada y promoviendo un consumismo excesivo y una mentalidad materialista. Promoviendo el gastar más de lo que se tiene, sin promover el trabajo como valor fundamental para lograr tener todo eso.
Es importante ser críticos de lo que consumimos en redes, a quién seguimos y a quiénes nuestros hijos siguen. Deberíamos promover reglas para poder ser una persona con influencia en las redes, como educación, valores.
Cada semana entrevisto a diversos personajes que escojo yo personalmente para mi podcast Caprichos, guiándome siempre por los principios antes mencionados. Siempre alguien que tenga algo que aportar a la sociedad. Todos y cada uno de ellos son una inspiración de vida, casi ninguno influencer reconocido.
Y me pregunto, ¿por qué estas personas no son a las que todo mundo sigue y escucha? ¿Qué hemos hecho mal como sociedad para no poner atención en donde sí debiéramos? ¿Qué podemos hacer en este momento para cambiar el rumbo de la narrativa global?
MAAZ