Conocido como "El salvador de las madres”, Ignác (Ignacio) Semmelweis (1818-1865) fue un médico cirujano y obstetra del imperio austriaco que destacó por descubrir que la incidencia de la sepsis puerperal o fiebre puerperal (también conocida como ‘fiebre del parto’) podía ser disminuida drásticamente usando desinfección de las manos en las clínicas obstétricas.
Semmelweis observó en un hospital de Viena, donde estudió y comenzó su carrera, que la mortalidad de las madres era mucho menor en los centros de partos que en las clínicas, donde ingresaban sin ser separadas de los otros enfermos.
En su época, la tasa de mortalidad por la fiebre puerperal era de entre el 11 y el 15 por ciento y a veces llegaba al 30 por ciento, principalmente en los centros de sanidad que en aquel entonces crecieron considerablemente.
Cuando uno de sus colegas murió de una infección general después de sufrir un corte con un bisturí usado en una autopsia, Semmelweis descubrió que los síntomas que padeció eran similares a los de la fiebre puerperal, y la causa, una infección de la sangre.
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A pesar de que al introducir un riguroso lavado de las manos con una solución de cloruro cálcico en su hospital redujo la mortalidad de las madres a menos del 3 por ciento, sus colegas contemporáneos rechazaron rotundamente su tesis.
Algunos médicos se sintieron ultrajados por la sugerencia de que ellos eran responsables de la muerte de las embarazadas por no lavarse adecuadamente las manos antes de atender a sus pacientes.
En aquella época las muertos en o después de los partos se atribuían a otros factores, como las miasmas, la debilidad, una dieta inadecuada o, incluso, a circunstancias astrológicas.
Semmelweis continuó su lucha para que su método fuera aceptado y comenzó a publicar su teoría en alemán desde 1861, sin que llegara a lograr su objetivo en vida.
Las recomendaciones de Semmelweis solo fueron aceptadas después de su muerte, cuando Louis Pasteur confirmó la teoría de los gérmenes como causantes de las infecciones y Joseph Lister, siguiendo las investigaciones de Pasteur, implementó el uso de los métodos de asepsia y antisepsia en cirugía.
Semmelweis murió en 1865 de sífilis, al igual que muchos de sus contemporáneos y en especial muchos médicos, que estaban expuestos a esta infección. "Murió de lo que quería curar", es decir, de una sepsis.
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Cabe destacar que en los últimos años de vida del médico sufrió problemas de depresión y fallos en la memoria, hecho que le valió ser ingresado (sin previa valoración psiquiátrica) a una institución para enfermos mentales en Lazarettgasse.
Semmelweis sospechó lo que estaba ocurriendo, trató de huir y fue fuertemente golpeado por varios guardias, le colocaron una camisa de fuerza y lo encerraron en una celda oscura. Además del uso de la camisa de fuerza, el tratamiento en la institución mental incluyó duchas con agua fría y purgas con aceite de ricino.
Murió al cabo de dos semanas de su internamiento, el 13 de agosto de 1865, a la edad de 47 años, como resultado de una herida gangrenada posiblemente causada por las palizas.
Este texto que recuerda a un gran especialista retrata a la perfección la costumbre de lavarse bien las manos para evitar todo tipo de enfermedades y en este momento más por la presencia del COVID-19.
Por Redacción Digital El Heraldo de México | EFE
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