Al natural
Con el cuarto aeropuerto más transitado de México, el Internacional de Tijuana, y un moderno sistema carretero, el extremo norte de la península bajacaliforniana se configura como un destino poliédrico, convenientemente conectado con el resto del país, que ofrece un amplio abanico de actividades relacionadas con el medio ambiente y la riqueza natural de la zona: actividades deportivas como kayaking, hiking, rappel, vuelo en ultraligero, paracaidismo, surfing y sandboarding se complementan con avistamientos de tiburón blanco, tiburón ballena y ballena gris, además de visitas a sitios únicos como el acantilado de La Bufadora, el cráter natural de La Lobera y el Valle de los Cirios.
De tarro en tarro
En Baja California se produce el 17% de la cerveza artesanal del país: más que suficiente para acomodar una oferta de gran calidad y variedad que los viajeros pueden explorar en los muchos tap rooms en donde los establecimientos ofrecen degustaciones, así como maridajes con platillos regionales. La ruta de la cerveza cuenta con una aplicación móvil –diseñada por el Gobierno del estado en colaboración con Grupo Modelo– que señala algunas de las cervecerías ubicadas en los diferentes destinos turísticos del estado.
Tijuana: En el extremo
En la ciudad que desafía fronteras, el día comienza en el restaurante Georgina, en donde la chef Adria Marina nos recibe con un desayuno que, entre los sabores salados y dulces, reúne mucho del gusto identitario de Baja California. Después, un recorrido por la avenida Revolución nos revelará algunos de los murales más afamados del reconocido arte urbano de Tijuana. Algunos imperdibles: “Tijuana transforma” del artista Christopher Delgadillo Elías, en la calle Primera; “Tijuana se la juega” de Luis Garzón, en el bulevar Agua Caliente; y “Todos somos migrantes”, sobre la calle tercera.
La cita para el almuerzo es en Sushi Tap, en donde los pescados más frescos se encuentran con una de las cartas de cerveza más ambiciosas en la ciudad. Con la misma inercia, la tarde perfecta transcurre en tres cervecerías más: Border Psycho Playas, Lúdica y, para terminar, Norte Brewing Co que, ubicada en la quinta planta de un edificio, cuenta con vistas inmejorables. La jornada concluye en FIN.CA (Fin de California), en donde la alta cocina española se funde, venturosamente, con la Baja Med.
Rosarito: Sabor de mar
A Rosarito vamos por dos razones. La primera: sus magníficas playas en donde es posible realizar todo tipo de actividades acuáticas.
La segunda, por supuesto, es su identidad culinaria erigida en torno a la langosta. Aquí, los amantes del crustáceo tienen que probar, primero, los burritos de langosta de la Güera, en donde 500 pesos son suficientes para disfrutar dos burritos; y, más tarde, deberán adentrarse en los restaurantes que dan vida a la antigua comunidad de pescadores de Puerto Nuevo.
Ensenada
Para empezar el día, hay que ir por unos tacos de opah, un pescado delicioso que puede llegar a pesar hasta 100 kilos, y que Rubén Valenzuela, “el Güero”, prepara con una fórmula secreta que resulta en un sabor y una textura únicos. Una visita de 15 minutos al mercado de mariscos, situado junto al puerto de la ciudad, bastan para comprobar la gran variedad de ingredientes que el mar aporta a la cocina Baja Med.
En la Cervecería #159, decorada con citas filosóficas y en donde las degustaciones suceden entre fermentadoras y ollas de cocción, las bebidas se maduran durante un año, como si se tratara de vino. Para el almuerzo, Ensenada ofrece dos grandes propuestas: la cantina Hussong’s, la tercera más antigua en operación en México; y Pez Urbano, un pequeño quiosco especializado en ceviches, sashimis, aguachiles y tacos gobernador. Al atardecer, qué mejor que la cervecería Wendlandt, ganadora de la medalla de oro en la Copa Cerveza Mx 2019, y premiada como la mejor Cervecería Grande de México.
Por Juanma Martínez Rodríguez