Esta semana se dio a conocer que de acuerdo con un reporte sobre aguas embotelladas en Estados Unidos, se encontró que el agua embotellada Peñafiel, que se produce en México, contiene altos niveles de arsénico.
El estudio fue realizado por Consumer Reports determinó que de las 130 marcas que fueron analizadas, seis resultaron por encima de 3 partes por billón de dicho componente químico, que es el límite recomendado para la ingesta.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el arsénico está presente de forma natural en niveles altos en las aguas subterráneas de varios países; sin embargo, es muy tóxico en su forma inorgánica.
Su mayor amenaza para la salud pública reside en la utilización de agua contaminada para beber, preparar alimentos y regar cultivos alimentarios. También se ha asociado a cardiopatías y diabetes. La exposición intrauterina y en la primera infancia se ha vinculado con efectos negativos en el desarrollo cognitivo y un aumento de la mortalidad entre los jóvenes adultos.
La exposición prolongada al arsénico a través del consumo de agua y alimentos contaminados puede causar cáncer y lesiones cutáneas. También se ha asociado a problemas de desarrollo, enfermedades cardiovasculares, neurotoxicidad y diabetes, de acuerdo con la OMS.
El arsénico es un elemento natural de la corteza terrestre; ampliamente distribuido en todo el medio ambiente, está presente en el aire, el agua y la tierra. En su forma inorgánica es muy tóxico.
La exposición a altos niveles de arsénico inorgánico puede deberse a diversas causas, como el consumo de agua contaminada o su uso para la preparación de comidas, para el riego de cultivos alimentarios y para procesos industriales, así como al consumo de tabaco y de alimentos contaminados.
La exposición prolongada al arsénico inorgánico, principalmente a través del agua de bebida o los alimentos, puede causar intoxicación crónica. Los efectos más característicos son la aparición de lesiones cutáneas y cáncer de la piel.