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Patrimonio religioso, activo promotor de turismo en Montreal

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  MONTREAL.- Conocido por su amplia oferta artística, cultural y gastronómica, así como por su propuesta museística que combina talento nacional y vanguardia internacional, el atractivo de Montreal también pasa por su espléndida arquitectura, particularmente la de sus edificaciones religiosas. Influenciadas por su pasado francés y británico, en Montreal se erigen, entre otras, las imponentes basílicas Catedral de María Reina del Mundo, de Notre Dame y San Patricio, así como el Oratorio de San José, que pueden ser visitadas en cualquier época del año. Recintos icónicos de una ciudad donde poco más del 80 por ciento de su población (casi cuatro millones de personas) se declara cristiana, en su mayoría de la rama católica; herencia de los descendientes o inmigrantes franceses, italianos, irlandeses y portugueses. El resto son protestantes, ortodoxos y judíos, derivados de la llegada de británicos, alemanes, griegos y libaneses, de un promedio entre 80 y 120 comunidades culturales diferentes que, se dice, habitan y enriquecen esta multicultural metrópoli. Con servicios religiosos regulares para sus fieles, estos inmuebles se han sumado a la vasta oferta turística de la ciudad, con visitas guiadas que ilustran a los miles de visitantes que reciben al año sobre sus diversos estilos arquitectónicos, magnificentes esculturas e impresionantes vitrales, pinturas, retablos y reliquias. [caption id="attachment_63910" align="aligncenter" width="1024"] FOTO: NOTIMEX[/caption] Martin Robitaille, historiador y guía especializado en tours de Patrimonio Religioso, destaca que, por jerarquía, el más importante de todos es la Basílica Catedral María Reina del Mundo, una versión reducida de la Basílica de San Pedro, en El Vaticano, sede de la Arquidiócesis de Montreal. Considerada la tercera mayor iglesia de todo Quebec, por detrás del Oratorio de San José y de la de Santa Anna de Beaupré, la Catedral está ubicada en el distrito de Ville-Marie, en el centro de la ciudad. Obra inicial del arquitecto Victor Bourgeau (1809-1888), reemplazó a la Catedral de Saint Jacques, destruida por el gran incendio de 1852. Su edificación inició en 1875 y fue en 1894 cuando se consagró a Santiago y hasta 1955 cuando la reconsagraron a María Reina del mundo. En su exterior destaca que en lugar de los 12 apóstoles que luce la Basílica de San Pedro, se ubican los santos patronos de las 13 parroquias locales que pusieron sus bienes religiosos. Mientras que en el interior es una réplica reducida de la Basílica de San Pedro, con sus mármoles, leyendas en latín, capilla de los obispos y su baldaquino de Bernini, reproducido a escala. También cuenta con un órgano monumental y permite algunas actividades musicales. La iglesia más espectacular, en cambio, es la Basílica de Notre Dame; ubicada en el Viejo Puerto, es la primera de estilo neo-gótico en todo Canadá, de sobrio estilo británico en el exterior y con ricos ornamentos del francés en su interior, edificada por los sulpicianos, a imagen de la Sainte Chappel, de París. [caption id="attachment_63912" align="aligncenter" width="1024"] FOTO: NOTIMEX[/caption] Datos históricos del recinto, que en temporada alta recibe unas dos mil 500 personas al día, señalan que su actual versión fue construida entre 1824 y 1829 por el arquitecto estadounidense James O’ Donell, aunque su historia se remite a 1672, cuando se construyó la primera iglesia parroquial de Ville-Marie. En su exterior destacan sus torres gemelas de 69 metros de altura, una de las cuales presume una gran campana de 11 mil kilos, pero cruzar su puerta es aún más sorprendente, con su imponente nave principal en la que resaltan lo mismo su fino mobiliario, que su bella ornamentación en azul, dorado y diversos tipos de madera (bancos de roble, altar mayor de nogal negro y esculturas en pino blanco). Su púlpito bellamente esculpido es otra joya de este recinto, está ubicado a un costado y en alto para que se escuche el sermón en todo el inmueble sin necesidad de micrófonos; mientras que a sus costados resaltan coloridos vitrales realizados en Francia, que narran la vida religiosa y social de Ville-Marie. A espaldas, un imponente órgano francés de siete mil tubos, uno de los más potentes de toda América del Norte, que aún es utilizado cada domingo y en ceremonias importantes, como en la boda de la cantante canadiense Celine Dion. Su techo es la representación de una bóveda celeste con estrellas en dorado, cuyas grandes rosetas dejan pasar la luz natural hacia el interior del inmueble, que cuenta con una capilla menor que sirve para ceremonias más íntimas. Destaca aquí su retablo principal, un bronce de 32 paneles y 20 toneladas de peso, que representa el árbol de la vida con los diferentes senderos que el ser humano debe seguir para llegar a la vida eterna: la vida, la muerte y la vida eterna, representada por la Trinidad, en el rostro para Jesucristo, el sol para el Padre y la paloma el Espíritu santo. Es el bronce más grande que hay en Montreal, acota el historiador, tras recordar que desde hace unos 15 años comenzaron a cobrar la entrada al recinto para poder contribuir a su mantenimiento. Otro de sus atractivos, quizá menos visible pero más disfrutable, es su acústica, la cual puede apreciarse en los diversos espectáculos que alberga durante el año, como conciertos de órgano y música de cámara, y actualmente el espectáculo multimedia AURA, conmemorativo de los 375 años de fundación de Montreal. Ubicado en otro punto de la ciudad se halla el recinto más popular de la ciudad, que es el Oratorio de San José, edificado en la zona de Mont Royal, donde inició como una minúscula capilla en 1904, a instancias del hermano André, hoy ya hecho santo, y quien soñaba con una casa de oración consagrada precisamente a San José. Se sabe que tras comenzar a propagarse historias de sanación el lugar se llenó de peregrinos, lo que hizo necesario agrandar la ermita y construir una iglesia más grande, que derivó en una Basílica, cuya obra inició en 1924 pero que el hermano André no pudo ver concluida, pues murió en 1937 cuando faltaba el techo. Cuentan que el recinto actual, a cargo de la orden de la Santa Cruz, concluyó a base de donaciones, generalmente anglosajones, fue finalmente inaugurado en 1955 aunque su decoración data de 1967, a partir de entonces consolidándose como patrimonio histórico y cultural. En 2004, en el centenario de su fundación fue declarado Monumento Histórico, para reconocer su variedad de estilos arquitectónicos, al exterior de estilo italiano renacentista, con un particular campanario que inicialmente sería colocada en la Torre Eiffel, y que fue adquirido por Montreal en 1954. Aunque no tiene la fastuosidad de Notre Dame, destaca su gran cúpula y su espectacular interior, de estilo avant-garde, donde resalta una pared de veladoras y otra de muletas y bastones, para pedir por los enfermos. Coloridos vitrales que recuerdan las diferentes devociones a San José por todas partes de Canadá; estatuas a San José y a los 12 apóstoles; un poderoso órgano, de origen alemán, de unos seis mil tubos, y las reliquias del propio hermano André, quien acabó vuelto santo, a instancias del Papa Benedicto XVI, en 2010. Su sobriedad permite albergar unos dos millones de visitantes al año, gente de diversas religiones y partes del mundo, que pueden orar y meditar sin necesidad de ser católicos.   POR NOTIMEX