Solía decir Muhammad Ali que los campeones no se hacen en los gimnasios, que están hechos de sueños, deseos y visiones, de elementos inmateriales que los impulsan a la gloria.
No podría calzar mejor esta definición a Gustavo “El Dorado” Rivera Río, el joven mexicano que sueña y trabaja, desde los seis años, para convertirse en campeón mundial de boxeo.
Tres horas diarias de entrenamiento seis días a la semana, al menos seis horas diarias en la escuela y sólo 13 años de edad.
Así es la rutina de El Dorado, quien a primera vista parece un chico tímido y reservado.
Pocos advierten que, detrás de esa modestia se esconde uno de los últimos discípulos de Enrique Morales, el mítico manager del Gimnasio Lupita y forjador de boxeadores como el Finito López, Lupe Pintor y Carlos Zárate Serna.
Basta darle su espacio para que reconozca el ring y se sienta en casa. Se cambia. Porta una camiseta de Manny Pacquiao, su ídolo. Comienza a vendarse:
Pacquiao es mi ídolo pero Julio César Chávez es el boxeador mexicano que más admiro, es único”, dijo Gustavo "El Dorado" Rivera Río
Se transforma.
“A mí desde chico me gusta ponerme los guantes. Nadie me metió la idea de entrar al boxeo, simplemente fue amor al deporte. Yo tenía seis años y mi papá era mi entrenador, empecé así tirando golpes una vez a la semana”.
Ya con los guantes puestos Gustavo es dinamita pura:
Llegó un punto en que una vez a la semana no fue suficiente. Mi pasión me llevó a exigirme más, mi papá fue el primero en apoyarme, en enseñarme lo que la disciplina y la constancia significan. Yo lo único que le pedí fue que me llevara al mejor lugar a entrenar y aquí estoy, en el Gimnasio Lupita”, dijo Gustavo “El Dorado” Rivera Río.Morales le exige sus mejores golpes: “En el box todo es sacrificio. No he ido a fiestas, he dejado de ver amigos, todo con un único fin, ser el mejor”. Y es que a pesar de su corta edad, Gustavo sabe que darlo todo en el sparring y levantarse cada vez que toca la lona, es parte del reto, en el que a mediano plazo vislumbra sus primeros Juegos Olímpicos: “No necesito más que confianza para lograr mis objetivos. Mi mamá y mi papá siempre están conmigo. Mis primeros guantes me los regaló mi papá, ese día me di cuenta que era el inicio del sueño, que podía lograr lo que yo quisiera.” Para su mamá, María, apoyarlo es su prioridad pero aún no puede asistir a sus peleas: “Para mi mamá es muy duro, por eso no me acompaña. No le gusta ver cómo le pegan a su hijo, sin embargo, siempre me aconseja que suba al ring con actitud ganadora, porque quien sube con miedo o pensando que puede perder, está destinado al fracaso”. Dado que el deporte es de alto riesgo, Gustavo tiene claro que, aunque dará todo por ser campeón mundial, es importante tener formación por lo que tener una carrera universitaria está dentro de sus planes: “La escuela es una de mis prioridades, los campeones mundiales siempre tienen que aprender más y más, no pueden conformarse”. LO QUE VIENE En verano Gustavo irá a California a entrenar al Jackrabbit Boxing Academy, uno de los mejores gimnasios del mundo en box amateur y profesional. CATEGORÍA Minimosca SUS MEJORES GOLPES Volado derecho Gancho al hígado LO MÁS DIFÍCIL Alcanzar el peso antes de una pelea. POR: MIRIAM LIRA