Megan Rapinoe irrumpió el terreno de juego con sus ideales, protestas y lucha en contra de la discriminación y a favor de la equidad de género.
La lideresa del combinado de Estados Unidos, que se coronó en el Mundial de Francia, levantó la voz en contra de la Federación de Futbol de la Unión Americana y del presidente Donald Trump: “No iría nunca a la puta Casa Blanca”, dijo antes de ganar el título. Sus compañeras y gran parte de la afición la consideraron un emblema que busca los mismos tratos para hombres y mujeres.
Rapinoe anotó seis goles y dio tres asistencias en la máxima justa, para ganar el Balón de Oro, darle al equipo de las barras y las estrellas el bicampeonato, y poner la cuarta estrella en su escudo, que lo hacen el máximo ganador.
Sin embargo, además de la Copa del Mundo, la chica de cabello corto con tinte rosa, y sus compañeras, se jugaban algo más fuera del terreno de juego. Querían alzar la voz con base en sus éxitos.
Las diferencias que vive el combinado femenil de Estados Unidos son abismales en comparación con sus pares masculinos. Tan sólo en el Mundial galo se embolsaron cuatro millones de dólares de una bolsa total para los participantes de 30 millones, mientras que Francia se llevó 38 millones por coronarse en el Mundial varonil de Rusia, en 2018.
Las peticiones de Rapinoe, Alex Morgan y el equipo estadounidense llegaron a oídos de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, quien prometió duplicar los premios totales para el próximo Mundial. “No es suficiente”, protestó la capitana de The Stars and Stripes, pues para Qatar 2022 los incentivos que se repartirán pasarán de 400 a 440 millones de billetes verdes.
A nivel nacional, los varones del combinado de las barras y las estrellas cobran primas de entre cinco mil y 17 mil dólares por jugador por cada encuentro, mientras que ellas sólo son merecedoras a un premio, sólo en caso de que consigan la victoria.
Pero eso no es lo único que reclaman. También querellaron a la federación de su país condiciones más dignas de trabajo, el mismo trato para programar partidos, sistemas de entrenamientos, tratamientos médicos, transporte y el trato recibido por la Federación.
Luego de que levantaran la denuncia días antes del Mundial pasado y de que mantuvieran varias sesiones de negociaciones, se programó un juicio para el 5 de mayo de 2020, una fecha clave que puede dar una campanada a la igualdad de género en el deporte mundial y catapultar a Rapinoe como una revolucionaria.
POR ÉDGAR SÁNCHEZ SANDOVAL
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