COLUMNA INVITADA

Venezuela: tragedia previsible y advertencia latente

Así pues, lo que vemos en Venezuela es trágico, pero no sorpresivo

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: El Heraldo de México

Ningún gobierno populista, en ninguna parte del mundo, se ha tomado la molestia de desmantelar las instituciones democráticas sólo para después aceptar resignadamente cuando pierde una elección. Ningún régimen autoritario se ha ido del poder en paz. Nadie se ilusione, eso no ocurre.

Un estudio, que abarca desde el fin de la guerra fría, encontró que la mayoría de las veces que un gobierno autoritario cae es a causa de un golpe militar, y sólo el 20% como resultado de protestas populares; pero en todo caso, lo más común es que lo sustituya otro igual o más represivo, como en Egipto u otras naciones durante la llamada “Primavera Árabe” (Kendall-Taylor y Frantz, 2024).

Más importante, una vez que logran capturar el Poder Judicial y al árbitro electoral, desarticular los contrapesos y cooptar a las fuerzas armadas, estos regímenes resultan sumamente resistentes, incluso cuando pierden su legitimidad o llevan a sus países a la miseria absoluta. Alrededor del 76% de los autoritarismos sobreviven como tales una vez que su fundador deja el poder –sea porque muere, es derrocado, lo sustituye un sucesor de su propio grupo político o incluso de otro diferente.

Así pues, lo que vemos en Venezuela es trágico, pero no sorpresivo. Aunque la oposición consiguió una victoria aplastante del 67%, el gobierno se impuso por la fuerza sin pestañear, envió a la policía y al Ejército a reprimir a la población mayoritaria e inició persecuciones penales contra los líderes opositores. Los medios y redes documentaron en vivo tal barbaridad, la comunidad internacional se indignó, lanzó advertencias, pero la cruda realidad es que ello suele quedarse en palabras.

El analista Milan Svolik señala que estos regímenes otorgan a las élites empresariales, políticas y militares abundantes beneficios (presupuesto, negocios, etc.), de forma que éstas quedan demasiado ligadas como para permitir o ayudar a su caída –un ejemplo sería Rusia. A su vez, cuando un gobierno ha cometido tantos abusos que su derrota podría implicar la prisión o algo peor para sus dirigentes, éstos no tienen ningún incentivo para transigir –como ocurre en Venezuela.

A veces otros países imponen sanciones económicas o diplomáticas, pero éstas nunca han hecho por sí mismas que un autoritarismo se democratice; típicamente, los ciudadanos las padecen mientras sus dirigentes mantienen el control e incrementan la represión, como en Cuba, Corea del Norte, Irán o Siria. La otra medida desde el exterior, una intervención armada, es costosísima en todos los sentidos y sólo ha funcionado en unos pocos casos extremos (como Alemania o Japón), pero en general ha fracasado estrepitosamente (de Vietnam a Afganistán).

Al contrario, la ayuda entre regímenes autoritarios sí funciona. Como explica Anne Applebaum, gobiernos como el de Caracas, Terán o Beijín no tienen mucho en común ideológicamente; pero al compartir el interés de no crear precedentes de derrocamientos, se prestan apoyo mutuo, desde reconocimiento diplomático hasta intercambio de tecnología, materias primas y armamento.

Al populismo le basta ganar una sola elección para iniciar el desmantelamiento de la democracia; cruzada esa línea, revertir el proceso es extremadamente difícil. En 2023 sumaron 18 años consecutivos de deterioro democrático en todo el mundo (Freedom House). México había sido una rara excepción; no sin resistencias, pero esencialmente en paz, fue abriendo el sistema; aún así, costó unas siete décadas y no pocas vidas. Quizá por eso muchos advertimos con tanta insistencia sobre la fragilidad de la transición democrática y la necesidad de cuidarla. Hoy, como hace 6 años, varios siguen pensando que se exagera. Ahí está la experiencia histórica, verificable, real, actual.

Aprovecho para expresar mi profundo reconocimiento al pueblo venezolano, que lucha con valor y dignidad por su libertad frente a un régimen de asesinos.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE

COLABORADOR

@GUILLERMOLERDO

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