Durante la década de 1930, varias industrias en Estados Unidos se sostenían sobre los hombros de cientos de mexicanos. Empresas como la Southern Pecan Shelling Company en San Antonio, Texas, se aprovechaban de la precaria situación económica de los inmigrantes para someterlos a condiciones laborales deplorables, en ausencia de regulaciones y protecciones adecuadas.
Los trabajadores de la Southern Pecan, en su mayoría familias numerosas, se veían obligados a aceptar salarios muy bajos y a trabajar en espacios insalubres y mal ventilados durante arduas jornadas de hasta 10 horas. Los aproximadamente 12,000 empleados trabajaban sentados en bancos de madera improvisados, hombro con hombro, descascarando nueces por centavos, mientras el polvo irritaba sus pulmones, causando tuberculosis en varios de ellos.
Como ya se mencionó al principio, este escenario no era exclusivo de una sola empresa, sino un patrón generalizado en diversas industrias de la época. La falta de leyes y mecanismos efectivos de protección laboral dejaba a los trabajadores inmigrantes a merced de sus empleadores, quienes priorizaban las ganancias por encima de la dignidad humana. Las declaraciones de un funcionario de la Southern Pecan Shelling Company evidencian que esta explotación era un modelo de negocio deliberado.
La explotación laboral en la industria de la nuez pecana alcanzó un punto crítico cuando las principales empresas del sector, encabezadas por la Southern Pecan Shelling Company, decidieron recortar aún más los salarios de los trabajadores. Ante esta injusticia, los empleados se organizaron y convocaron a una huelga pacífica para exigir condiciones dignas. Sin embargo, las autoridades locales respondieron con mano dura.
La policía fue enviada a reprimir la protesta, arrestando a los huelguistas. Fue necesaria la intervención del gobernador James Allred, quien ordenó a la Comisión Industrial de Texas investigar las violaciones a los derechos civiles. El informe resultante confirmó los excesos policiales.
Tras más de un mes de resistencia, los trabajadores y las empresas aceptaron someterse a un proceso de arbitraje. El fallo favoreció a los huelguistas, logrando el aumento salarial y el reconocimiento oficial de su sindicato, el Internacional de Descascaradores de Nuez Pecana.
Pero este triunfo fue efímero. Poco después, la promulgación de la Ley de Relaciones Laborales Justas en 1938, que fijó un nuevo salario mínimo, desató una contraofensiva empresarial. Las compañías, en lugar de acatar la ley, optaron por despedir masivamente a los trabajadores y apelar la medida.
Asimismo, decidieron reemplazar la mano de obra humana por máquinas, dejando en la calle a miles de descascaradores. Este golpe fue devastador para el Sindicato de Trabajadores Descascaradores de Nuez Pecana, que terminó desapareciendo.
Este ejemplo reflejó los panoramas a los que se enfrentaron los miles de migrantes que decidieron ir a Estados Unidos. En muchos casos, la búsqueda de mejores oportunidades se vio frenada por los intereses y abusos de las grandes empresas estadounidenses.
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
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